La Biblia es una unidad doctrinal monolítica
Las Sagradas Escrituras no son las opiniones de sus
muchos escritores, sino la de Dios, por tanto, debemos cuidar que nuestra interpretación de
un pasaje armonice con toda la Biblia, no solamente con ciertos
pasajes, libros o secciones de ella. Si una interpretación
nuestra concuerda solamente con el 75 %
de lo dicho en la Biblia, pero antagoniza con el otro 25%,
eso significa que esa interpretación, aunque no esté totalmente errada,
tampoco está totalmente correcta. Puede que tenga cosas ciertas,
pero algo anda mal en ella. Cuando eso nos ocurre es hora de discutir el
tema con los que se oponen a nuestra manera de ver las cosas. Los que se
oponen a nuestras interpretaciones son los únicos que pueden sacarnos de del error si es que estamos errados; los que
piensan igual que nosotros sólo pueden reafirmarnos en nuestro error si es que
estamos errados.
La Biblia ha
tenido muchos escritores, pero allí no se ponían sus personales
opiniones para que nos sirvieran de guía, sino la sola opinión de Dios.
Por eso es que la Biblia es una unidad monolítica doctrinal y proféticamente
hablando. Todo lo que allí hay fue inspirado por el Espíritu Santo,
según nos dice el Apóstol Pedro.
“Porque la profecía no fue en los tiempos
pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.”
(II P 1:21)
Otro tanto nos
dice el Apóstol Pablo cuando aleccionando a Timoteo le dice lo siguiente:
“Toda Escritura
es inspirada divinamente, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en
justicia.”
(II
Tim 3:16)
Como vemos,
dos apóstoles nos dicen que toda la Escritura es de Dios. Por
consiguiente, no es lógico pensar que diferentes secciones
de la Escritura enseñen cosas antagónicas, cosas que se den de punta una
con la otra. Dios no es un ser de contradicción, anarquía y caos,
sino de armonía. Por lo tanto, cualquier interpretación correcta tiene que
armonizar con el resto de la Biblia.