FALACIAS DEL DISCURSO DE ELIÚ, Y GRANDEZA DE JOB.

      Los capítulos 32 al 37 del libro de Job contienen el discurso de Eliú. Desde 32:6 hasta 33:7 Eliú se la pasa diciendo: a) por qué él no quiso hablar antes; b) por qué sí tenía ahora ganas de hablar; c) cómo él era un hombre recto y sabio (33:3 y 33); d) cómo lo habían defraudado los discursos de los tres amigos, etc., etc.. Nada especialmente significativo.

      Después de eso comienza a "evangelizar" a Job (33:8-33) como si éste no supiera quién era Dios y cuál era su modo de ser y proceder. En 32 :13 dice algo que no es cierto, al afirmar que Dios lanzó a Job, como diciendo que Dios lo desechó. Al contrario, durante todo este proceso Dios tenía puesta tal confianza en Job como de un hombre perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal, que no dudó en someterlo a todo aquel proceso, seguro de que Job no Lo iba a abochornar en su confianza, sino que le iba a servir para darle una buena lección a Satanás. Y efectivamente, aún viniéndole espantosas desgracias que parecían tener su origen en Dios, sin que hubiera razón para ello, aún así Job permaneció fiel a Dios. Por lo tanto Dios no lanzó ni desechó a Job, como dijo Eliú, sino que lo honró sometiéndolo a la más grande prueba de fidelidad que se le puede hacer a un ser humano.

 

   Porque no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría: Lanzólo Dios, no el hombre.” (Job 32:13)

      También Eliú alega en 33:8-10, como criticando a Job, que éste decía que él era limpio, inocente, sin defecto y sin maldad. Primero que todo, Job no dijo que él siempre hubiera sido así, puesto que él reconocía que en su juventud había pecado, como se ve en 13:26. Por lo tanto, Job no se hacía el limpio, inocente y sin defecto, él confesaba que los había tenido; pero que ahora no los tenía. Si ahora no los tenía, no tenía un porqué confesar falsa e hipócritamente, que él sí tenía pecados, exhibiendo así una humildad y modestia fingidas.

      Pero es el caso, que no es que solamente Job honestamente dijera la verdad respecto a su limpia vida, es que quien da testimonio de su pureza y limpieza es el mismo Dios cuando le dijo a Satanás lo dicho en Job 1:8

 

   “¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de los pecados de mi mocedad?”                       (Job 13:26)

 

   Y Jehová dijo a Satán: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?” (Job 1:8)

      Por lo tanto las palabras de Job no reflejaban vanidad o engreimiento, sino una verdad respaldada por Dios. Job no comprendía por qué le ocurrían tan espantosas desgracias si él no había vuelto a pecar desde su juventud. ¿Qué querían Eliú y los tres amigos? ¿Que Job, sin sentirlo, sin creerlo, y lleno de hipocresía y falsa humildad mintiera diciendo que recientemente él había pecado mucho? Eso mismo hacen muchos ahora, pues tratan de ver pecado en Job por el hecho de que el confesara honestamente que no tenía pecado.

      En 34:7-9 Eliú calumnia a Job como antes hicieron sus tres amigos, diciendo que él cometía pecados y hacía cosas que no era cierto que Job las hiciera. Todo aquello era lo que Eliú se imaginaba que Job debía estar haciendo, dado que le estaban ocurriendo cosas tan horribles.

 

   7 ¿Qué hombre hay como Job, que bebe el escarnio como agua? 8 Y va en compañía con los que obran iniquidad, Y anda con los hombres maliciosos. 9 Porque ha dicho: De nada servirá al hombre El conformar su voluntad con Dios.” (Job 34:7-9)

      En ningún momento Job dijo que de nada serviría al hombre hacer la voluntad de Dios; eso era una calumnia de Eliú. Después Eliú prosigue su discurso detallando y defendiendo cosas obvias que nadie había negado ni discutido, como la justicia y el poder de Dios, y el fin de los seres perversos. Esto de defender puntos que nadie ha negado ni atacado, es típico de aquellos que no tienen mejor prueba para avalar sus afirmaciones. Es muy común en las discusiones, ver cómo uno de los contendientes, que no puede probar su punto ni destruir el del contrario, se lanza con ferocidad a defender lo que su contrincante no ha atacado ni puesto en duda, para así aparentar que él está defendiendo algo, o probando su tesis. En 34:37 Eliú acusa a Job de pecado y de impiedad, acusaciones a todas luces falsas.

 

   "Porque a su pecado añadió impiedad: Bate las manos entre nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras.” (Job 34:37)

      Digo que esas acusaciones eran falsas, porque es el mismo Dios el que justifica a Job en 2:3, aún después de sufrir las desgracias aquí descritas, y más tarde, ya al final del libro, cuando justifica de nuevo a Job.

 

   Y Jehová dijo a Satán: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y  que aun retiene su perfección, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin causa?” (Job 2:3 )

 

   …por cuanto no habéis hablado por mí con rectitud, como mi siervo Job.” (Job 42:8)

      En 35:2 Eliú acusa a Job de decir que él era más justo que Dios, lo cual es falso. Job lo que siempre dijo es que él no merecía lo que le estaba pasando, porque nada malo le recriminaba su conciencia, y que él no entendía lo que le estaba ocurriendo. Eso era cierto. ¿Qué menos podía decir un hombre sometido a tan terribles circunstancias? Incluso llegó a creer que Dios lo estaba castigando por los pecados de su mocedad (13:26) y en varias ocasiones pidió clemencia. ¿En dónde está escrito que Job hubiera dicho que él era más justo que Dios?

 

   ¿Piensas ser conforme a derecho esto que dijiste: Más justo soy yo que Dios?” (Job 35:2)

      Entre los detractores de Job, sin embargo, no había ninguno que hubiera sido tenido por digno de que Dios lo escogiera de modelo para abochornar a Satán, ni de ser mencionados como modelo de perfección, junto a Noé, Daniel y Moisés en Ezq 14:14 y 20.

 

   Si estuvieren en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel, y Job, ellos por su justicia librarán su vida, dice el Señor Jehová.” (Ezq 14:14)

      En Job 36:17-21 Eliú calumnia de nuevo a Job. En el versículo 17 lo acusa de injusto e impío y en el 21 lo acusa de que prefiere la iniquidad, acusaciones estas que eran contrarias a la opinión que ya vimos que Dios tenía de Job.

 

   17 Mas tú has llenado el juicio del impío, en vez de sustentar el juicio y la justicia. 18 Por lo cual teme que en su ira no te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate. 19 ¿Hará él estima de tus riquezas, ni del oro, ni de todas las fuerzas del poder? 20 No anheles la noche, en que desaparecen los pueblos de su lugar. 21 Guárdate, no tornes a la iniquidad; pues ésta escogiste más bien que la aflicción.” (Job 36:17-21)

      En resumen, ni Sofar ni Bildad ni Elifaz ni Eliú dijeron nada que ayudara a Job a entender lo que le estaba sucediendo, o a consolarlo. Sólo se ocuparon de calumniarlo y atosigarlo más de lo que ya estaba.

      Cuando en el capítulo 38 Dios responde a Job, no lo acusa de maldad, sino que le hace ver que él no podía tener la sabiduría que se necesitaba para poder entender lo que le estaba ocurriendo, puesto que esa sabiduría sólo estaba en Dios. Luego Dios le muestra a Job todas las cosas que él no sabía, para que comprendiera que el humano no puede entenderlo todo, pero en ningún momento lo redarguye de pecado, sino que por haber sido fiel en toda esta horrorosa prueba, por haberle servido para abochornar a Satanás, Dios le devuelve la felicidad anterior y le duplica los bienes.

      La prueba del gran concepto que Dios siempre tuvo y siguió teniendo sobre Job, es que muchos siglos después de estos acontecimientos todavía Dios se acordaba de él y lo usaba como modelo, como ejemplo de persona a la que Él oiría por encima de todos los demás.

      Hay quienes piensan que Dios desaprobó a Job y a su discurso, pero no es cierto. En el siguiente pasaje se ve la aprobación de Dios para ambas cosas: para la persona de Job y para lo que dijo Job. Veamos.

 

   7 Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Eliphaz Temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros: porque no habéis hablado por mí lo recto, como mi siervo Job. 8 Ahora pues, tomaos siete becerros y siete carneros, y andad a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado por mí con rectitud, como mi siervo Job.” (Job 42:7-8)

      Lo único que Dios reprochó a Job es que haya basado sus razonamientos, en sus limitados conocimientos, sin darse cuenta de que pudiera haber otras razones que él ignoraba, para que ocurriera todo aquello que él estaba sufriendo. Efectivamente, Job ignoraba que todo aquello que le estaba ocurriendo lo estaba utilizando Dios para abochornar a Satanás, demostrándole que Job era mejor que él a pesar de que era un ser de menor categoría, y a pesar de que estaba sufriendo lo que él creía que eran dolores provenientes de Dios, sin haber hecho nada que mereciera tan horrible castigo. Job estaba en lo cierto, no era aquello algo que él mereciera, pero era algo que Dios había querido poner en él para eterno bochorno de Satanás y eterna honra de Job.

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