La fe y las obras según Santiago

    La fe no se puede oler, ni oír, ni ver, ni palpar, ni tiene sabor; la fe se ve por las obras que la acompañan.

    La gente tergiversa el significado de palabras tales como "arrepentimiento" y "arrepentirse", hasta el punto de convertirlas en una palabra sin ese significado. Llegan a creer que arrepentirse es el hecho de pronunciar la frase: "yo me arrepiento", como si tal frase tuviera alguna facultad en sí misma, igual que el "sésamo ábrete" o el "abracadabra" del cuento.

    Lo mismo ha pasado con la palabra "fe". Para muchos tener fe significa simplemente "creer". En ese caso, en este mundo todos tienen fe. Hay quien cree en que cuatro más cinco son nueve; otros tienen fe en que la tierra es redonda; otros tienen fe en que mañana también va a salir el sol, etc.. Es más, como dice el mismo Santiago, los demonios creen en Dios, también creen en Cristo. ¿Es solamente eso lo que se llama tener fe?

    Hay incluso quienes a la más necia autosugestión, le llaman fe. Hay quien cree ser un héroe de la fe, porque se sienta en su casa a echarse fresco a la vez que "cree con fuerza". Decir que uno cree, que uno tiene fe, o que uno está arrepentido, es tan sencillo como decir lo contrario. Hablar no paga impuestos. ¿Cómo saber entonces quién de los muchos parleros es el que de verdad tiene fe?

    Eso es lo que nos viene a enseñar Santiago en 2: 14-26.  En forma resumida puedo decir que lo que Santiago declara es que cuando alguien dice tener fe, y a esa fe no le acompañan las obras que provoca una verdadera fe, el que tal fe proclama tener es un mentiroso. Esa actitud mental de Santiago concuerda con lo dicho por el Señor: "....por sus frutos los conoceréis...."

    Si me tocara parafrasear lo que dice este pasaje ( 14-26 ) pondría la cita bíblica primero y la paráfrasis mía después, así:

 

       14 Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?

  

       14 ¿Creen ustedes, que se salva todo el que diga que cree en Cristo, aunque no acompañen a esa persona que dice creer, las obras características de los que tienen fe en Jesús.

 

       15-16 Y si el hermano o la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos; pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿qué aprovechará?

 

    15-16 ¿Creen ustedes en la sinceridad de los deseos del que ve a su hermano pasando hambre y frío, y le dice: "ojalá que comas y te abrigues", pero no le da nada para comer o abrigarse pudiendo hacerlo?

 

       17 Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma.

 

       17 Pues de la misma manera, el que dice tener fe, pero esa fe no provoca en él las obras correspondientes, es porque no tiene más fe que la de creer, como quien cree que el sol sale todos los días; es una fe muerta.

 

    18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras; muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

 

    18 dices tener fe; y yo no ando proclamando mi fe, sino que muestro mis obras. Sin mostrarme las obras que corresponden a esa fe que dices tener, tú no me puedes demostrar la fe que proclamas tener; sin embargo, al mostrarte mis obras, yo te demuestro la fe que tengo, sin formar tanta alharaca.

 

    19 Tú crees que Dios es uno; bien haces, también los demonios creen, y tiemblan.

 

    19 Eso de creer..... y punto, no es nada nuevo ni loable; en esa forma también creen los demonios.

 

    20-23 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?  21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?  22 ¿No ves que la fe obró con sus obras, y que la fe fue perfecta por las obras? 23 Y fue cumplida la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue imputado a justicia, y fue llamado amigo de Dios.

 

    20-23 Si quieres comprobar que tu manera de creer, en abstracto, es vana, analiza cómo los grandes de la fe, entre ellos Abraham, demostraron que tenían fe, obrando en consecuencia; no con el socorrido bla, bla, bla de sentarse a "creer con fuerza". La fe de Abraham lo movió a ofrecer a su hijo sabiendo por seguro que Dios se lo iba ha devolver sano y salvo, para cumplir aquello que Dios le había prometido.  Por eso le fue contado a justicia y fue llamado amigo de Dios.

   

       24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.

 

       24 Como ustedes ven, es cierto que el humano es justificado por la fe; pero la verdadera fe, la que produce obras que él puede mostrar; no por su charlatanería en la que asegura que tiene una fe impresionante.

 

    25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió los mensajeros, y los echó fuera por otro camino?

 

    25 El caso de Rahab es parecido. Ella no se sentó a tener mucha fe; la fe que tenía en la victoria del pueblo de Dios, la hizo ponerse activamente de parte de ellos, a riesgo de ser descubierta y ejecutada. Si ella sólo se hubiera sentado a "creer con fuerza", y a simpatizar pasivamente con los israelitas, sin hacer ninguna obra, la hubieran destruido junto con la ciudad.

 

26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta.

 

26 Igualmente que un cuerpo sin espíritu, a pesar de seguir siendo una "persona", no podemos decir que lo es, ( por estar muerta), así también esa fe que muchos tienen, pero que no provoca obras, es una fe que no podemos llamarle tal, porque está muerta."

    Como vemos, Santiago no está cambiando los fundamentos de la fe ni de la salvación, ni cosa que se le parezca. Lo que está haciendo es aclarando cuáles de todas esas "fe" que se anuncian a voz en grito en el mercado de la religión, son falsas.

    He visto en algunas casas una chimenea simulada, en la que hay leña simulada y una casi perfecta simulación de fuego, lo cual se logra por medio de efectos lumínicos muy ingeniosos. Me cautiva el ver cómo ese falso fuego parece ascender de aquella falsa leña, para luego comprobar que no existe. El aspecto de ese fuego es muy parecido al verdadero, pero... no da calor. Así es la fe de algunos; creen "con mucha fuerza" ... pero no hay calor, no hay obras; es sólo apariencia.

    Esa es la lección que nos enseña el gran Santiago: la fe sin obras es falsa; la fe sin obras es muerta. La fe se muestra por las obras. Eso no quiere decir que haga falta fe mas obras para salvarse. Lo que eso quiere decir es que la fe no se ve, no se oye, no se huele, las obras son las que la manifiestan. Si no hay obras a la vista, no hay fe debajo, al igual que si no hay calor arriba es porque no hay fuego debajo.

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