La
fidelidad en la adversidad y la felicidad
Es fácil para cualquiera serle fiel a quien le colma de beneficios
y protección. Esa fue
incluso, la razón que alegó Satanás para
explicar, a su
manera, la fidelidad de Job (Job
1:9-11).
Sin embargo, requiere fidelidad grande el obedecer a Dios cuando ello nos
trae contratiempos, injusticias
y hasta amarguras.
Tanto Job como José,
el hijo de Jacob, eran de esos
que son fieles aunque la fidelidad les acarree amarguras
inexplicables. En el caso particular de José es de notarse como
Satanás trató de anular
la futura preservación de los hijos de Jacob, que Dios iba a traer
a Egipto, mediante el sencillo expediente de invalidar moralmente la pieza
clave que Dios iba a utilizar: José.
7
Y
aconteció después de
esto, que la mujer de su señor
puso sus ojos en José,
y dijo: Duerme
conmigo.
8
Y
él no quiso, y dijo a la mujer de su
señor: He aquí que mi
señor no sabe conmigo lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo
lo que tiene.
9
No hay otro mayor que yo en esta
casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a
ti, por cuanto tú eres su
mujer; ¿cómo, pues,
haría yo este grande mal y pecaría contra
Dios?
(Gn 39:7-9)
Por ser José fiel a
Dios, sufrió la calumnia
de la esposa del capitán de la
guardia, por lo cual fue a parar
a la cárcel. Pero aún
en prisión Dios lo bendijo y fue el supervisor de los
presos.
Además, de allí salió a disfrutar de la felicidad de
ser el jefe de todo Egipto, superado
únicamente por
faraón. Y sobre
todo, que es lo más
importante, la felicidad de saber
que Dios lo utilizó para salvar a su familia y al pueblo que había
de traer al Mesías.
Tal vez, antes de que un
hombre reciba una gran comisión o encargo
divino,
Satanás, al sospechar o
enterarse de los planes de Dios con esa
persona, trate de zarandarlo como a
trigo, como hizo con los
apóstoles, según Lc
22:31.
De lo allí dicho se infiere que este abominable ser pidió
intervenir más directamente en la vida de los apóstoles para
causarles amarguras. Es de pensarse que hoy en día él o sus secuaces
espirituales hagan lo mismo
directamente, o a través
de seres humanos que les son
moldeables.
En épocas anteriores a la
crucifixión, como que estos
seres abominables tenían acceso directo a
Dios, le pedían
permiso, pues no podían
hacer nada de su propio intento.
Hoy en día, como que fueron
echados del Cielo y no tienen acceso directo a
Dios, solamente pueden utilizar
el derecho implícito otorgado a toda
criatura, desde épocas
anteriores, que es el de proponerle
su idea a los demás. Ellos
no pueden propasarse de las leyes que Dios establece en cuanto a la
tentación de las criaturas.