La longevidad y el Diluvio

    Es lógico para un creyente, el pensar que cuando el planeta fue creado, cuando su suelo salió de la divina palabra, esa tierra era lo más fértil que podía ser. Durante el Diluvio las aguas cubrieron todas las montañas y ablandaron su terreno, el cual, como es natural, se precipitó a las partes más bajas de los alrededores. En aquellos días, deben haber ocurrido miles de avalanchas de lodo en todo el planeta, dejando peladas las montañas y los cerros de su fertilísimo terreno original. Cuando las aguas comenzaron a retirarse hacia los océanos esas corrientes de agua arrastraron el buen terreno original que existía en valles, cerros y montañas, depositándolo en el fondo de los mares o en el fondo de otros valles más profundos. Así quedaron enterrados los bosques y animales cuyos fósiles hoy descubrimos, y de los cuales sacamos el petróleo, el carbón de piedra y el gas natural; los cuales son llamados muy aptamente: combustible fósil.

    Después del Diluvio la lluvia continuó haciendo el mismo trabajo, aunque en menor escala, lavando los terrenos alrededor del mundo, y arrastrándolos al fondo de los mares. Si no fuera por el constante crecimiento de plantas, aún en los desiertos y sobre las rocas, y por la constante caída de polvo cósmico, la superficie del planeta estaría destituida de todo suelo fértil y de toda capa orgánica.

    Muchas clases de animales han desaparecido a consecuencia del Diluvio. Es posible también que a causa del Diluvio, muchas clases de plantas hayan desaparecido. Esto puede significar que después del Diluvio la humanidad y el reino animal no tienen todas las clases de alimentos que solían tener antes.

    Tal vez fue a consecuencia de este brutal lavamiento del terreno y la desaparición de ciertas plantas, que la raza humana comenzó a decrecer en longevidad. El hecho cierto es que después del Diluvio la longevidad humana se redujo notablemente, como podemos ver en la primera gráfica.

 

             

    El promedio de vida de nuestros bíblicos antecesores era de más de nueve siglos hasta llegar a Noé. Sin embargo, la longevidad de su hijo Sem decreció a un 60 % de la de su padre. Debemos recordar que Noé vivió 600 años comiendo los alimentos que crecían en el terreno que originalmente Dios creó, mientras que su hijo Sem solamente comió de aquella clase de alimentos, durante 100 años.

    Desde la Creación hasta antes del Diluvio la humanidad disfrutó por más de 1600 años de todos los alimentos originales que fueron creados. No solamente eso, sino que esos alimentos crecieron en la buena tierra original. Debido a eso aquellos hombres disfrutaron de un altísimo promedio de vida; sin embargo, los que nacieron menos de un siglo después del Diluvio vivieron menos del 25 % de lo que habían vivido sus ancestros.

    La mayoría de las veces los números abstractos no nos dicen mucho, pero una gráfica nos hace darnos cuenta de la realidad. En la segunda gráfica podemos comparar visualmente el promedio de vida de nuestros ancestros bíblicos anteriores al Diluvio, con el de sus descendientes que vivieron inmediatamente después, y con el promedio de vida actual.

 

    El promedio de vida de los que vivieron inmediatamente después del Diluvio decreció a un tercio del que tenían sus abuelos. Nuestro actual promedio de vida es el 7.6 % del que vivían nuestros ancestros bíblicos que vivieron antes del Diluvio, y el 24 % del que disfrutaron los que vivieron inmediatamente después del Diluvio.

    La tercera gráfica nos muestra en orden cronológico, la duración de la vida de los 22 primeros patriarcas. En esta tercera gráfica podemos darnos cuenta de cómo la vida de aquéllos iba decreciendo a medida que pasaba el tiempo. De acuerdo a lo dicho por Moisés, en su tiempo, la duración promedio de la vida era de 70 u 80 años, como lo dice en el salmo 90:10.

 

"Los días de nuestra edad son setenta años, que si en los más

robustos son ochenta años; con todo su fortaleza es molestia y

trabajo; porque es cortado presto, y volamos."    ( Sal 90: 10 )

 

 

 

 

 

 

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