Las pasiones nublan el raciocinio

   El odio, la codicia, la envidia, la lujuria, la ira, la soberbia, etc., son sentimientos negativos que pueden fácilmente convertirse en pasiones. En general, las pasiones nublan la inteligencia, aún las buenas pasiones, cuanto más las malas. El caso de Balaam es muy aleccionador.

   Dos pasiones se habían apoderado de Balaam: la codicia primero y la ira después. Tan nublado se hallaba el entendimiento de Balaam por la pasión que le embargaba (ira, soberbia), que no se dio cuenta de que su burra estaba dialogando con él. El caso de que una burra hable es tan inusual, que era para que desde el primer momento en que la burra le preguntó "¿que te he hecho?", Balaam, asombrado y hasta espantado, hubiera depuesto su actitud. Pero su iracunda pasión era tan grande y tanto le dominaba el intelecto, que se puso a discutir con la burra sin percatarse que estaba presenciando un milagro.

 

"28 Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has herido estas tres veces? 29 Y Balaam respondió al asna: Porque te has burlado de mí; ¡ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría! 30 Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado a hacerlo así contigo? Y él respondió: No."           (Nm 22:28-30)

   Las pasiones (soberbia, vanidad, engreimiento, miedo, rencor, envidia, codicia, etc.) ciegan el entendimiento del ser humano. Cada vez que he discutido con alguien que rehúsa entender argumentos claros, y claramente expuestos, he podido ver interpuesta entre nosotros, una o más pasiones por parte de mi interlocutor. Me ha tocado discutir con muchos burros, que lo son por entregarse a las pasiones. Y si bien estos burros hablan sin milagro alguno, se requiere un verdadero milagro para que estos burros razonen.

   Otro caso bíblico de una o más pasiones nublando la inteligencia, es el de los sacerdotes y la resurrección de Lázaro.

   Ha sido una observación mía por muchos años (décadas), que cuando algún tipo de sentimiento se mezcla en el análisis de un asunto, el humano no puede aplicar la lógica y el raciocinio, o sólo lo hace parcialmente. Esta dificultad se hace mayor cuanto mayor es el sentimiento que se mezcla, llegando a hacer crisis cuando el sentimiento llega a convertirse en pasión, y ésta, en pasión desordenada y sin freno.

   Este fue el caso de los príncipes de los sacerdotes en este pasaje. La pasión de ellos era el odio, por el temor de que Jesucristo los desplazara a ellos de su posición sacerdotal de preeminencia. Su odio era tanto, que en vez de razonar que quien había resucitado a Lázaro tenía que provenir de Dios, lo que se les ocurre es matar a Lázaro, porque éste constituía la prueba viviente de que ellos estaban equivocados al no aceptar a Jesús como Mesías.

 

"9 Entonces mucha gente de los judíos entendió que él estaba allí; y vinieron no solamente por causa de Jesús, mas también por ver a Lázaro, al cual había resucitado de los muertos. 10 Consultaron asimismo los príncipes de los sacerdotes, de matar también a Lázaro; 11 porque muchos de los judíos iban y creían en Jesús por causa de él."     (Jn 12:9-11)

   Cualquiera pudiera creer que es imposible tan total colapso del raciocinio, pero no pensaría igual si como yo, hubiera observado cómo incluso a una persona se le atrofia la facultad de razonar de mero no usarla por años. Los he conocido que solamente razonan con lógica en su giro de actividad, en su oficio o profesión, en donde fueron adiestrados a hacerlo antes de que ciertas pasiones se apoderaran de ellos.

   Los he conocido que por vagancia mental han atrofiado esa bella facultad humana, hasta el punto de no poder usarla en nada que no sea lo que ya constituye un camino trillado en su sistema nervioso. Trillo este fabricado más bien que por reacciones volitivas, por reflejos defensivos para la supervivencia en sociedad. Desarrollan así una astucia felina que luego no se conjuga con su actividad mental y su inteligencia deficientes, fuera de la esfera de actividades correspondientes a su supervivencia social.

   Ejemplos de esto serían la capacidad para los negocios, para la mentira, para halagar y obtener lo que quieren, para conquistar al sexo opuesto, para su oficio, etc.. Son increíblemente sagaces para un determinado giro de actividad, relacionada con el tipo de supervivencia social que han elegido, y son a la vez increíblemente incapaces de razonar en ningún otro sentido.

   Tal vez la explicación de esta anómala polarización en el uso del raciocinio, sea el que fueron adiestrados a razonar sin dar lugar a las pasiones sólo en ese giro de actividad, cuando aún eran niños o muy jóvenes. También pudiera explicarlo el hecho de que fueron instruidos a aceptar dogmáticamente las premisas en que se basa su oficio o giro de actividad. Por suerte para ellos esas premisas eran ciertas, y a partir de ahí, con un rudimentario proceso de raciocinio, pueden llegar a conclusiones correctas. Sobre todo porque en la mayor parte de los casos, también se les inculcó en aquella temprana edad el uso de la razón mecánicamente, a partir de las premisas antes mencionadas.

   No es que no puedan razonar, es que hacen dejación de esa facultad, porque los lleva a desagradables conclusiones, y prefieren refugiarse en lo instintivo y / o en el uso de procesos de razonamiento condicionado, que existen, tal y como existe el reflejo condicionado.

   Los tipos de sentimientos y pasiones que obnubilan el raciocinio son muchos: el instinto de conservación, el orgullo, la soberbia, el odio, la frustración, la envidia, el egoísmo, la ira, el exceso de amor hacia algo o alguien, el delirio de grandeza, la pasión por la fama, la egolatría, etc.. Todo esto puede condensarse en dos causas primarias o fundamentales: o no se ama a Dios por sobre todas las cosas, o no se ama al prójimo como a uno mismo, o ambas.

   Al fallar esto, se ama al hijito propio tanto, en comparación con el ajeno, que el humano no puede ver que su hijo no es el que tiene la razón. Puede darse el caso contrario, por amarse tanto a sí mismo, teme tanto un enfrentamiento con el padre del otro niño, que le quita la razón al suyo y no puede ver, o no quiere ver que la tiene.

   Las masas llenas de envidia odian al rico aunque nada conozcan de él; le dan la razón al que lo ataca aunque no conozcan el caso. El rico ególatra no concibe la resistencia del pobre a sus caprichos. ¿No te ves tú quien eres?, piensa el personaje importante en su trato con el de menos valor social. Se creen de verdad con derecho a disfrutar de lujos excesivos a costa del hambre de otros. "Los pobres están acostumbrados a esa vida y no necesitan salir de ella", piensan, mientras le sacan más jugo a los de abajo. La codicia, el orgullo, y demás pasiones no les dejan ver que se hallan en el borde del precipicio de una conmoción social, y por eso al fin la sufren.

   Si los que tienen su inteligencia nublada por medio de las pasiones nos permitieran llevarles el proceso de raciocinio hasta sus últimas consecuencias, llegarían a verse sin justificación. Por eso lo evitan. Por eso no aceptan discutir sus opiniones blandiendo diversos "nobles" pretextos. Por medio de un procedimiento defensivo subconsciente, ellos mantienen el proceso de razonar en sus capas más superficiales.

   En esas capas superficiales del raciocinio ya ellos han construido un andamiaje de razonamiento auto-justificador. Ese andamiaje auto-justificador pudiera tener consistencia lógica interna, pero basarse en premisas falsas, o en un sub-andamiaje sin consistencia lógica interna. Incluso, tal vez ese sub-andamiaje mencionado es lógico, pero puede que esté basado a su vez en un segundo sub-andamiaje, que es el que, o no tiene consistencia lógica interna, o está basado en falsas premisas, o ambas.

   En personas más inteligentes o más complejas, hay que buscar a veces hasta un tercer o cuarto sub-andamiaje para poder llegar al origen de su error, o para hallar la falsedad tras la cual ocultan su maldad. Es a veces muy profundamente donde venimos a descubrirles la falsa premisa de la que parten, o el eslabón falso en su cadena de razonamiento, el eslabón roto que hace a una cadena inútil. Por eso se justifican con sus palabras, pero no permiten que nadie lleve el proceso de raciocinio lo suficientemente profundo como para que se descubra la falsedad de su aparente honestidad o justicia.

   Mientras más sub-andamiajes de razonamiento separen al error discutido del sub-andamiaje sin consistencia lógica interna, o de la errada premisa que lo sustenta, tanto más difícil va a ser para el que quiere buscar la verdad, encontrarla. Y tanto más imposible va ser (admitamos el disparate gramatical), demostrarle dónde está su error, al que no quiere hallar la verdad porque ésta le lastima.

   Los príncipes de los sacerdotes no podían razonar que Jesús tenía que ser el Mesías; no podían razonar que les convenía estar con el Mesías; sus pasiones: orgullo, vanidad, odio, egolatría, etc., se lo impedían. Así también le sucede a los ángeles rebelados.

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