Qué
es lo que obstaculiza el recibir las bendiciones de
Dios
Los
pecados apartan de nosotros las bendiciones
Como veremos claramente en el versículo que a continuación
presento, el pecado pone estorbos a las bendiciones y cosas buenas que
Dios quiere derramar sobre
nosotros. Por lo
tanto, no es cosa ligera eso de
posponer para más adelante el dejar de
pecar. Eso, además de
ser una falta de respeto para Dios, es algo que nos hace daño
a nosotros, tanto
personalmente, como a la
sociedad. La mayoría de
los males que nos vienen, se deben
a nuestra falta de obediencia a los mandamientos de
Dios.
Vuestras
iniquidades han estorbado
estas cosas, y
vuestros pecados apartaron
de vosotros el bien.
(Jer 5:25)
Hay veces que Dios nos
castiga, porque merece castigo
lo que hicimos, y Dios no hace
acepción de personas, como
dice Hechos
10:34.
Otras veces lo malo que nos sucede es para que aprendamos
algo. Pero otras veces son la
natural consecuencia de nuestros
hechos, sin deseos de que seamos castigados ni de enseñarnos
nada. Puede que nosotros aprendamos
algo de esa experiencia, pero
no fue hecha de propósito.
Nuestra vida, en relación con los mandamientos y las desdichas,
se perecen mucho al Manual del Operador que acompaña a
todo aparato que compramos. Si seguimos las instrucciones del
fabricante, el aparato nos
servirá bien, y nos
durará mucho; si hacemos
lo que no debemos padeceremos las
consecuencias.
A veces nos creemos que sabemos todo lo que hay que
saber, pero no es
así. Dios da mandamientos
que muchos se creen que fueron puestos para la gente de
antes, o que fueron puestos por
gusto; no los cumplen y sufren
las consecuencias.
Con un carro que yo tuve aprendí esa experiencia.
Estaba yo echándole aceite barato a mi
carro. Era un aceite que tenía
buena viscosidad, y como yo sé
de física,
química,
etc., consideraba que estaba haciendo
lo correcto. Presente estaba un
amigo mío, mecánico
por estudios, y al ver el aceite
barato que yo le echaba al carro me aconsejó que le echara un aceite
caro. Como que yo sabía
que el aceite tenía viscosidad
suficiente, no vi la necesidad
de gastar dinero en un aceite más
caro, creyendo que yo me las
sabía todas por haber estudiado
física,
química,
etc..
Al cabo de tres o cuatro años se me fundió el motor
del carro, por lo cual apelé a mi amigo y juntos le quitamos el
motor viejo y pusimos el nuevo.
Cuando acabamos, mi amigo me
dijo:
Vamos a ver por qué
razón se te fundió el
motor. Comenzamos a
abrirlo, y al quitar el
cárter (recipiente donde se deposita el
aceite que circula) quedó expuesto el tubo aspirante del aceite el
cual tenía una malla o rejilla metálica para que no penetraran
cuerpos extraños. Dicha
rejilla estaba bloqueada por carbón
solidificado, y sólo quedaban
tres cuadritos abiertos para que aspirara el
aceite. Por una abertura tan
pequeña no entraba suficiente aceite cuando se aceleraba el
carro, y por eso se me había
fundido.
Al ver el tubo aspirante mi amigo me
dijo:
Debes usar siempre el aceite más caro que puedas
costear, porque los aceites caros
tienen un disolvente del
carbón, que impide que
se pegue en las partes del
motor, y ese carbón sale cada vez que cambias el
aceite. Si usas aceite barato
el carbón se te va pegando donde
quiera, como ves que ha
sucedido.
En ese momento me acordé y le
dije:
Tú me dijiste hace
tres o cuatro años que echara aceite
caro, pero no me dijiste el por
qué, y no te hice
caso. Yo creía que lo
sabía todo.
No siempre Dios nos dice por qué debemos cumplir un
mandamiento, pero si no lo
cumplimos, con el tiempo veremos
que se nos funde algún motor en nuestra
vida.