HAY CRISTIANOS QUE NO ENTIENDEN LA GRANDEZA DE DIOS  O  NO SON CRISTIANOS.

    He escuchado más a menudo de lo que debiera ser, personas que se dicen cristianos, y que confiesan que ellos se enojan con Dios, y le agitan el puño en el rostro a Dios. Al escuchar este disparate solamente puedo pensar que si efectivamente ellos son cristianos, están locos, son unos insolentes, o desconocen la grandeza de Dios, en quien dicen creer.

    Son unos atrevidos si se figuran que Dios es un ser igual a ellos, al que se le puede agitar el puño en el rostro o reprocharle algo. Una cosa así ellos no se atreverían a hacérsela a un juez durante un juicio, ni a un agente policiaco de una dictadura, porque saben que los muelen a palos. Por lo tanto, no solamente son unos atrevidos, sino también son unos cobardes, pues abusan de la bondad y paciencia de Dios, dado que Él no toma represalias, ni castiga inmediatamente sus atrevimientos.

    Uno de los pasajes que les he oído mencionar como justificación de su insolente proceder, es este episodio de las hermanas de Lázaro. Dicen ellos que Marta y María estaban enojadísimas con Jesús por no haber venido cuando ellas lo llamaron. Eso es falso. La forma en que Marta habla en los versículos 21 y 22 es la de una mujer triste, que lamenta que Jesús no hubiera estado allí para evitar la muerte de su hermano Lázaro.

 

       "21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no fuera muerto; 22 mas también sé ahora, que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios. 23 Dícele Jesús: Resucitará tu hermano. 24 Marta le dice: Yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero. 25 Dícele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27 Dícele: Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo."                         ( Jn 11: 21-27 )

    La prueba de que Marta no estaba enojada está en que le llama Señor, y en cómo le expresa a Jesús su fe en la resurrección del día postrero, lo cual se ve en el versículo 24. La mejor prueba, sin embargo, es el hecho de que María pronuncia las mismas palabras que su hermana Marta, y en el caso de María sí se puede comprobar que no estaba enojada, pues estas palabras las pronuncia derribada a los pies de Jesús como vemos en el versículo 32.

 

       "Mas María, como vino donde estaba Jesús, viéndole, derribose a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no fuera muerto mi hermano." ( Jn 11: 32 )

    El caso de María es similar al de Marta, ella pronuncia exactamente las mismas palabras que su hermana, las cuales no son de reproche ni de ira, sino de tristeza, porque las circunstancias les fueron adversas. Se ve que no hay reproche ni rebeldía en María, porque en el versículo 32 vimos que ella pronuncia estas palabras derribada a los pies de Jesús.

    Estos cristianos que según sus propias palabras agitan el puño ante el rostro de Dios, debían darse cuenta de su insolencia, su atrevimiento y su blasfemia. Debían razonar que si ellos no se atreven a agitar el puño ante el rostro de un juez, mucho menos debían agitarlo ante el rostro del Todopoderoso. Hacer eso indica una de dos: o no se dan cuenta de la grandeza del Ser Supremo, o no son cristianos, aunque ellos mismos se lo crean.

    Satanás, que es mucho más poderoso que cualquier mortal, hace cosas que Dios no quiere, pero no se atreve a faltarle al respeto a Dios en su propia cara, que es lo que hacen estos supuestos cristianos. Los insolentes cristianos que confiesan agitar el puño ante el rostro de Dios, parecen ser tan o más rebeldes que Satanás, el cual no se atreve a hacer tal cosa.

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