El
verdadero amor a Dios es obedecer sus mandamientos
Santiago dijo que la fe se demuestra por las
obras.
Es verdad. La fe no se
ve, no se
huele, no se oye, no tiene
sabor, no se puede
tocar. La fe uno la nota por las
obras del que la tiene. Es
decir, que el que en realidad
tiene fe, se siente compelido
a obrar, por lo
cual, el que lo observa,
se da cuenta de que en realidad tiene
fe. Si alguien dice tener fe y
no tiene obras, es que en realidad
no tiene fe, sólo dice
tenerla.
Algo semejante
se puede decir del amor a
Dios. El
amor a Dios no se ve, no se huele, no
se oye, no tiene
sabor, no se puede tocar.
El amor a Dios uno lo nota por la obediencia del que lo
tiene. Es decir, que el
que en realidad tiene amor a Dios,
se siente compelido a obedecerle,
por lo cual, el que lo
observa, se da cuenta de que en
realidad tiene amor a Dios. Si
alguien dice tener amor a Dios y no lo
obedece, es que en realidad no
tiene amor a Dios, sólo
dice tenerlo.
El que de verdad ama a
Dios, lo demuestra buscando y
cumpliendo sus mandamientos. El
que dice que ama a Dios y no indaga por sus mandamientos para
cumplirlos, en realidad no ama a
Dios. Solamente
dice
que lo ama. No es lógico conocer la grandeza de
Dios,
amarlo, y no cumplir sus
mandamientos.
Para los que siempre lo andan tergiversando
todo, diciendo que por encima
de los mandamientos de Dios está el
amor,
es bueno que se den cuenta de que de
acuerdo a un apóstol de Jesucristo, amor es que andemos según
sus mandamientos, no el simple
bla,
bla,
bla, de yo te amo. Debemos
andar según
todos los
mandamientos, no según
algunos solamente.
5
Y ahora te ruego,
señora, no como
escribiéndote un nuevo
mandamiento, sino aquel que nosotros
hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a
otros.
6
Y este es
amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento:
Que andéis en él, como vosotros habéis oído
desde el
principio. (II Jn
1:5-6)
Por lo visto, contrariamente
a lo que muchos piensan, se puede
andar según sus
mandamientos, porque si no fuera
así, Juan no nos iba a
exhortar a ello.
Dios pone mandamientos para nuestro beneficio y protección.
Es semejante al caso de un padre que protege a su hija de cinco años
que quiere cruzar la calle por sí
sola. Si el Ser
Supremo, el que todo lo sabe pone
un mandamiento, es una estupidez
nuestra torcerlo,
modernizarlo, considerarlo de poca
importancia,
etc..
Es el mismo caso del cuidado de un
auto. Si hacemos lo que el manual
nos dice en unas cosas y no en
otras, el carro servirá
bien en unas cosas y no en otras.
Al parecer, Salomón
creyó que algunos de los mandamientos eran para
la gente de
antes, o que no tenían
mucha importancia, y por ello
pagó un terrible precio.
Si cumples 99 mandamientos y transgredes
uno, sufrirás el mal para
evitarte el cual se hizo ese mandamiento que
transgrediste.