Comed
lo que os pusieren delante. ¿Los sesos de una anciana? ¿Sopa de
sangre de vencidos?
Hablar en contra de los mandamientos de Dios, no cumplirlos, o
enseñar a otros a no cumplirlos, sería pecar. Por lo tanto,
podemos estar seguros de que Cristo jamás hubiera enseñado
a sus discípulos a descumplir ni siquiera el más mínimo
manda-miento.
Pudiera alguien alegar que la ley iba a quedar obsoleta, pero aún
suponiendo que la ley fuera a quedar obsoleta,
Cristo nunca hubiera hablado contra
un mandamiento de Dios, hasta que con su muerte y resurrección "hubiera
quedado obsoleta" según los que así piensan. Por lo tanto,
el que quiera suponer que la Ley de Dios está obsoleta, tiene que
admitir que eso jamás iba a hacerse antes de la crucifixión.
Analizado esto, podemos estar seguros de que en el siguiente pasaje,
Cristo no le está ordenando a sus
discípulos que dejen de cumplir la Ley de Dios, pues si lo hubiera
hecho hubiera pecado y no nos hubiera podido salvar.
7
Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo
lo que os dieren; porque
el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en
casa.
8 Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren,
comed lo que os pusieren
delante.
(Lc 10:8)
Es razonable pues, el pensar que Cristo no le está ordenando
a sus discípulos que coman lo que les pusieren delante, en el sentido
de que comieran las comidas que la Ley de Dios prohibía,
sino que comieran lo que les pusieran
delante en el sentido de humildad, de no aspirar a banquetes.
Recordemos que al principio,
los discípulos sólo le predicaban a otros judíos, por
lo tanto, la comida que a ellos les iban a poner delante, era comida
judía, de acuerdo a la Ley de Dios; por eso les dice: comed lo
que os pusieren delante. No estaba ordenando el Señor a sus
discípulos que si un caníbal les ponía delante un guiso
hecho con los sesos de una anciana que había muerto en la tribu, ellos
lo comieran.
Un caso similar a este y con el uso de casi las mismas palabras,
es el de Pablo en I Co 10:27. En este caso debe uno darse cuenta de que Pablo,
al igual que Cristo, no está aconsejando a sus discípulos que
comieran carne humana si un caníbal se las ponía delante, sino
que de lo que Dios permite comer, que coman. No tendría un misionero
cristiano la obligación de tomarse una sopa hecha con los ojos de
los enemigos que mataron los de la tribu donde él predica, ni comer
una sopa hecha con la sangre de los enemigos degollados.
Y si algún infiel
os llama, y queréis ir, de
todo lo que se os pone delante comed, sin preguntar nada por causa de
la conciencia.
(I Co 10:27)