El
cristiano y el control del carácter
Todo ser humano necesita aprender a controlar su carácter.
Somos muchos los que tenemos defectos de carácter y no nos damos cuenta
de ello. Esto es
motivado, porque habiendo vivido
toda nuestra vida en esa forma,
nos parece que esa manifestación del carácter es lo
natural. Son otros los que se dan cuenta de nuestras
faltas, y nos las hacen
saber. Pero no siempre admitimos
los consejos o advertencias que nos
dan. La mayoría de las
veces es porque no creemos que lo que nos dicen sea
cierto.
Es un caso perecido a convencer a un pez de que él está
mojado. Toda su vida ha vivido dentro del
agua, no conoce que cosa es lo
seco. Sería algo así
como tratar de que un pez entendiera lo que significa harina de trigo
seca. Él siempre ha vivido
mojado, no entiende qué
le están diciendo.
Así sucede cuando nuestros amigos (y aún nuestros enemigos)
nos señalan defectos del
carácter. A veces no los
entendemos, porque toda nuestra
vida hemos vivido con esos
defectos; toda la vida hemos estado
mojados;
no entendemos qué significa estar
seco. Sin
embargo, vale la pena que pongamos
atención y tratemos de ver si lo que nos dicen es
cierto.
El rey Salomón,
que aprendió mucho gracias a la sabiduría que le fue
dada, y gracias a sus
fracasos, exhorta a controlar
el carácter.
Veamos.
Mejor es el que tarde se aíra que el
fuerte; y el que se
enseñorea de su espíritu, que el que toma una
ciudad. (Prv
16:32)
Es verdad que es más difícil para el ser humano
asaltar y
tomar su propia
personalidad, gobernándola
como es debido, que asaltar y
tomar una ciudad con la que
guerrea. La
soberbia, la
lujuria, la gula, el
odio,
etc., son buena prueba de
ello: el humano no puede
controlarlas, sin la ayuda de
Dios.
Son miles los reyes que han tomado
ciudades, pocos los que han dominado su carácter.
Una ciudad sin muros está expuesta continuamente a los ataques
del enemigo. Igualmente un hombre cuyo espíritu no tiene rienda es
fácilmente víctima de las tentaciones urdidas por sus enemigos
espirituales. Por eso Salomón
dice lo siguiente.
Como ciudad derribada y sin
muro, es el hombre cuyo espíritu
no tiene
rienda.
(Prv 25:28)
El carácter puede ser controlado. Una
vez, hace muchos años un
conocido mío logró salir de cierto país tiránico
que no permite a sus ciudadanos salir
libremente. Allí los derechos
humanos no existen. Allí
la policía le entra a palos a cualquier
ciudadano,
por cualquier motivo, sin que
el ciudadano pueda acudir a ningún juez para su
defensa.
Estando dicho individuo hablando en un
grupo, cuando ya había
salido de su nación,
hacía alarde de su incontrolable mal
carácter. Decía que él no se le callaba a
nadie, y le pegaba un bofetón
a cualquiera. Se me ocurrió
decirle:
Cuándo estabas en el país tuyo y te atropellaba
la policía,
¿tú te
revirabas? A lo cual
contestó sin pensar lo que
decía:
Tú estás
loco, allí sí que
la policía te entra a palos y patadas sin contemplaciones y vas para
la cárcel sin
juicio.
Como vemos, el hombre de "carácter
incontrolable" sabía cuándo controlar su carácter. Por
lo visto, se puede controlar el carácter.