La materia inorgánica nunca pudo "evolucionar" para convertirse en la "simplísima primera célula"

    Es muy aconsejable que este artículo de le dé a los jóvenes que están en la universidad o que están al ingresar en ella, a fin de que no se dejen engañar por las mentiras de la falsamente llamada ciencia.  La verdadera ciencia resiste el análisis y el debate.  Ellos van a ser bombardeados por medias verdades en nombre de la ciencia, y si no se les prepara, van a dudar de su fe y a sufrir descalabros.
    Solamente hay dos alternativas para explicar la existencia de los seres vivos. Una es la teoría de la Creación y la otra la hipótesis de la generación espontánea. La hipótesis de la evolución es un nuevo nombre que le dieron a la hipótesis de la "generación espontánea", cuando ésta se desacreditó merced a los experimentos de Pasteur. Pero no se dejen engañar por nuevos nombrecitos, llámese evolución, mutación, o como quieran llamársele, lo que no pertenezca a la teoría de la Creación, pertenece a la hipótesis de la generación espontánea.
    La hipótesis de la evolución se basa en la suposición de que "había una vez" una "simplísima primera célula" que brotó del mar. Dicen los que mantienen esta hipótesis que el planeta era una vasta esfera con sólo materia inorgánica, hasta que la llamada "simplísima primera célula" apareció. Después de su aparición, de acuerdo con la mencionada hipótesis, esta "simplísima primera célula" comenzó a vivir, procrear, y evolucionar hacia más y más complejos seres vivientes. Como es costumbre, los que creen en esta hipótesis nunca se molestan en explicar cómo pudo la materia inorgánica organizarse a sí misma para convertirse en materia orgánica. Para "explicar" tal cosa ellos apelan al dios de ellos; ellos simplemente ponen fe en su dios: "EL TIEMPO". De acuerdo con su fe, millones y millones de años pueden organizar la materia y hacer el mismo trabajo de creación que nosotros los cristianos sabemos que hizo nuestro Creador. Ellos no explican cómo el tiempo puede hacer ese trabajo, ellos simplemente aseguran dogmáticamente que su dios "Tiempo" puede hacerlo.
    De acuerdo a la hipótesis de la evolución, durante millones y millones de años el agua tenía solamente materia inorgánica en solución, hasta que un buen día, por medio de un abracadabra que ellos no pueden ni probar ni explicar, apareció el más simple de los organismos vivientes: la tan llevada y traída "simplísima primera célula". Esta célula era el primer escalón de una escalera de millones de escalones, la cual condujo al fin, según ellos, al hombre moderno. Si la complejidad de esa "simplísima primera célula" se le rebajaba un escalón, volvía a ser materia inorgánica; pero si a la materia inorgánica se le subía un escalón en complejidad, se convertiría en la "simplísima primera célula". De acuerdo con los evolucionistas esta "simplísima primera célula" vivió por un tiempo alimentándose del medio ambiente que le rodeaba, y reproduciéndose a sí misma, a fin de traer a existir otras células exactamente iguales a ella. Debido a que este proceso continuó a través de millones de años, la Tierra se pobló de células que evolucionaron, ascendiendo millones de escalones, para convertirse en seres más complejos: animales y vegetales.
    ¿Puede esta hipótesis evolucionista ser substanciada, probada, o al menos puede ser explicada en forma lógica? ¿No tiene esta hipótesis ningún error? La evolución no es realmente una hipótesis científica, porque no tiene nada para probarla, pero sí hay muchos argumentos lógicos y científicos que demuestran su falsedad. La hipótesis de la evolución es simplemente un acto de fe de aquellos que no quieren reconocer que existe un Creador. Razonemos juntos usando la lógica y el sentido común, para demostrar que la hipótesis de la evolución está fuera de toda razón.
    La llamada "simplísima primera célula" no pudo existir jamás. ¿Por qué no? Veamos primero qué cosas tenía que tener esa "simplísima primera célula" para ejecutar las tareas que a ella le asignan los evolucionistas, que son: vivir, crecer y reproducirse.
    Primero. La "simplísima primera célula" tenía que tener una membrana, si no la hubiera tenido entonces era parte del medio ambiente que la rodeaba. Para que la célula no fuera parte del medio ambiente, sino un organismo, tenía que existir un factor de separación o membrana entre la célula y el medio ambiente. Hasta no hace mucho tiempo, la membrana era casi desconocida en su esencia y funciones. Ya se han descubierto tantas funciones en la membrana que hoy en día su estudio es una asignatura aparte. Incluso hay una publicación científica llamada "Journal of Membrane" que se dedica a su estudio, dada la complejidad que se ha descubierto en la membrana y la necesidad de estudiarla. Así que la llamada "simplísima primera célula" tenía que tener una compleja membrana que permitiera al alimento pasar del exterior al interior, pero no permitiera a la materia interior salir al exterior o disolverse en el medio ambiente.
    Segundo. Para que la "simplísima primera célula" se mantuviera viva después de brotar espontáneamente del agua, ésta tenía que tener la posibilidad de alimentarse, es decir, la posibilidad de tomar la materia inorgánica del medio ambiente, introducirla en su cuerpo y procesarla para descomponerla en materiales menos complejos. Esto tenía que ser hecho con objeto de obtener la energía vital resultante del proceso de descomposición de la materia, a fin de mantenerse viva. Este es el proceso al que ahora le llamamos digestión, el cual ocurre en el estómago, o mejor dicho, en el aparato digestivo. Descomponer la materia inorgánica y obtener la energía resultante, es un complicado proceso que exige grandes conocimientos de química; tanto de la composición de los productos químicos a descomponer, como de la de aquellos que van a servir para descomponer a los primeros. Esto no es un proceso "simple". Por lo tanto, la llamada "simplísima primera célula" tenía que tener un complicadísimo aparato digestivo.
    Tercero. Dado que esta "simplísima primera célula" tenía que reproducirse a sí misma, tenía que tener un aparato reproductor que supiera cuándo era el momento apropiado para la reproducción. Efectivamente, la célula no podía reproducirse hasta que no tuviera suficiente materia para sí misma y para donar a otra, de manera que no muriera al donar su propia materia a la célula hija.
    Cuarto. Esta "simplísima primera célula" tenía que tener un sistema capaz de copiar sus propias características para trasmitírselas a la siguiente generación. Si no lo tuviera no podía trasmitir a la siguiente generación las características corporales que habían funcionado bien en ella. Es decir tenía que tener una especie de sistema ADN para trasmitir a la siguiente célula los aparatos necesarios para mantenerse viva, alimentarse y reproducirse. Hasta hace pocas décadas no se conocía lo complicado que era el ADN. Ahora que ya se sabe tenemos que estar de acuerdo en que cualquier tipo de código químico necesario para trasmitir las características de una célula a otra es altamente complejo. Esta altísima complejidad tenía que estar presente en la llamada "simplísima primera célula". Es un contrasentido el pensar que iba a existir esa "simplísima primera célula" dentro de la cual hubiera tanta complejidad.
    Quinto. Dado que la célula tenía en sí misma varios aparatos, aparte del que le servía de estómago, y dado que esos aparatos tenían que ser alimentados para que siguieran funcionando, la llamada "simplísima primera célula" tenía que tener un aparato de distribución de los alimentos creados por el estómago para distribuirlos a otros aparatos. Eso significa que tenía que tener un sistema de distribución.
    Sexto. El hecho de tener todos estos aparatos obliga a la existencia de otro. La "simplísima primera célula" tenía que tener un aparato que coordinara el trabajo de todos los demás. Si no tuviera tal aparato coordinador los demás aparatos podían dejar de trabajar o trabajar innecesariamente, frustrando así tanto el reproducirse, como la vida misma de la célula. Esto significa que la célula tenía que tener un aparato coordinador, una especie de sistema nervioso central.
    Como vemos la llamada "simplísima primera célula" nunca pudo ser tan simple, sino que por el contrario, tenía que ser altamente compleja, porque con objeto de vivir y reproducirse tenía que tener varios complejos aparatos. Cada uno de esos aparatos por sí mismo era lo suficientemente complejo como para no creer que surgió por medio de una generación espontánea. Mucho menos admisible es pensar que todos ellos, por generación espontánea, surgieron juntos en el mismo tiempo y lugar, y que además se unieron, se coordinaron por sí mismos, se recubrieron de una membrana funcional y se convirtieron en entidad biológica.
    Como dije en el título de este artículo: La materia inorgánica nunca pudo "evolucionar" para convertirse en la "simplísima primera célula"; eso es  simplemente un dogma.

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