Buen método para
examinarnos a nosotros mismos
En
Malaquías 1: 8 Dios le da a los hebreos un método para examinarse
a sí mismos sobre lo que hacían. Sin embargo, este método
es bueno para todo el mundo. Con él podemos examinar si nuestras acciones,
actividades y sentimientos son o no agradables a Dios.
"Y cuando
ofrecéis el animal ciego para sacrificar, ¿no es malo? asimismo
cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo
pues a tu príncipe, ¿acaso se agradará de ti, o le
serás acepto?, dice Jehová de los ejércitos." ( Mlq 1:8 )
En aquella
época, muchos de los que traían un cordero o un chivo para ser
sacrificado en el Templo de Dios, en vez de traer lo mejor que tuvieran,
como una demostración de amor a Dios, lo que hacían era traer
el animal cojo, ciego o enfermo. Los que actuaban así, en realidad no
amaban a Dios. Ofrecían sacrificios, tal vez por presión social,
por superstición, por tradición, o por quién sabe
qué razón, diferente del amor a Dios.
El
profeta Malaquías los puso en evidencia cuando les dijo:
"Preséntalo pues a tu príncipe, ¿acaso se
agradará de ti, o le serás acepto?" Claro, que ninguno
de ellos se hubiera atrevido a visitar a su príncipe, gobernador o jefe
trayéndole tales animales como regalo. Sin embargo, abusando de la
paciencia y bondad de Dios ellos le hacían a Él en el Templo, lo
que no se atrevían a hacerle a los personajes mencionados.
Aprovechándose de que Dios no mata ni castiga al pecador inmediatamente
que comete el pecado, ellos infligían a Dios esa tremenda afrenta y
escapaban sin problemas.
Algo
similar se puede decir hoy en día de muchos religiosos y cristianos.
Ellos se comportan con Dios como jamás se atreverían a
comportarse con sus jefes o con los personajes importantes que ellos necesitan
para subir en su posición o adelantar sus negocios.
Claro, que
ahora no le traen a Dios el cordero cojo, ciego o enfermo, porque ya no existen
los sacrificios, pero ellos solo le dan a Dios las sobras de su tiempo, si es
que le llegan a dar algo. Ellos prestan exquisita atención a las
instrucciones que cada día le dan sus jefes. Prestan indivisa
atención a cuanto quieran hablar los jefes, pero pocas veces si alguna,
leen las instrucciones que Dios les ha dado en la Biblia. Si algo le dan a
Dios, son las sobras de su tiempo. Después de usar montones de horas
en divertirse, ver televisión, ganar dinero con qué pagar sus
diversiones, etc., entonces, cuando ya están exhaustos, le dan
algún tiempo a Dios.
Millones
de cristianos jamás han leído la Biblia desde el Génesis
hasta el Apocalipsis, sin saltos. No lo han hecho ni una sola vez, cuando
muchos de ellos ya debían haberlo hecho veinte veces. Sin embargo, nunca
dejan de leer sus cartas de negocios, las noticias de economía, ni las
cartas de sus amigos importantes. Tienen tiempo para ir al cine, para ir a las
fiestas, para mirar el juego de hoy en la televisión, o el episodio de
hoy del culebrón o novela televisiva. Entonces, cuando están ya
exhaustos, le dan a Dios las sobras de su tiempo, si es que le dan alguno. "¿Acaso
se agradará de ti, o le serás acepto?, dice Jehová de los
ejércitos."