Las mujeres no tenían “prohibidas” ciertas actividades, eran las circunstancias las que se lo prohibían

   Hay mucha gente que cree que en la antigüedad y sobre todo en la Biblia, las mujeres eran menospreciadas y hasta despreciadas. Hay quien tiene esto en la mente por sus atavismos misóginos, pero hay quien lo cree por error. Eso no ocurría en la cultura bíblica, sino que eso se introdujo en aquella región a partir de la imposición de la religión islámica. Las religiones falsas se distinguen por tener dos posiciones extremas y erradas hacia la mujer: unos la desprecian, otros las adoran como semidiosas.

   El hecho de que la mujer no descollara más a menudo en las culturas antiguas se ha debido a que en épocas pasadas la fuerza física era indispensable para descollar en la sociedad.

   Hasta los 1800 lo que existía era una sociedad que por no tener los adelantos técnicos de hoy, requería la fuerza bruta. Pongamos el caso de la guerra. Quienes más han descollado siempre en la sociedad han sido los héroes guerreros. La guerra se hacía a mazazos, a espada, a pedradas, corriéndole detrás a los que se les escapaban o corriéndole delante a los que los vencían y perseguían, luchando cuerpo a cuerpo con el enemigo. Nada de estas cosas las podían hacer las mujeres con la eficiencia de los hombres. Por lo tanto, no podían ellas, por lo general, ser heroínas en la guerra y, por ende, tampoco podían ser personajes influyentes en la sociedad.

   Hoy en día por el contrario, se les permite alistarse en el ejercito, la marina y la aviación. Cualquier mujer puede pilotear un avión de combate, no se requiere extraordinarios esfuerzos físicos para ello.

   Lo mismo se puede decir de los negocios. Una mujer de entonces podía dedicarse a ciertos y determinados negocios, pero no a tantos como los hombres. Tenemos el caso de la mujer de la que habla Prv 31:10-31, y de Lidia, en Hch 16:14, que se dedicaban a negocios que ellas podían llevar a cabo. Pero no podían por ejemplo, como sí hacían muchos hombres, llevar su mercadería a lugares distantes y peligrosos, cabalgando en su camello, porque por su debilidad, las asaltarían, las violarían, las esclavizarían o las asesinarían.

   Hoy en día cualquier mujer puede viajar con  seguridad para su persona a la mayoría de las grandes ciudades del mundo y hacer grandes negocios. Incluso puede hacer muchos de esos negocios sin salir de su oficina, a través del teléfono, del fax, la computadora, y de servicios bancarios en diversos países.

   Si hablamos de trabajo en el campo sucede lo mismo. Una mujer puede arar un terreno en un tractor, o desmontar un terreno lleno de malezas, montada en una moto niveladora. No era lo mismo en los 1,800, cuando lo único que se podía utilizar era el brazo fuerte del hombre o la fuerza del buey o del caballo. No les era fácil por lo tanto, acumular riquezas en la agricultura y la ganadería.

   La cuestión no era que “antes” la mujer fuera despreciada; la cuestión es que antes, en tiempos bíblicos, la mujer no podía competir en el mundo brutal en que se vivía, y nadie le iba a dar oportunidad a una competidora, porque tampoco se la daban a un competidor. Por eso las mujeres estaban reservadas para cierta clase de trabajos o actividades, a las cuales ellas mismas se restringían por naturaleza. Eso no quiere decir que no hubiera excepciones, pero eran eso, excepciones en las cuales por algún motivo o circunstancia no frecuente, descollaba la mujer.

   Como vemos no era una cuestión de que estuviera prohibido a la mujer descollar; era que las circunstancias no se lo permitían.

   Entre los trabajos que hacían las mujeres estaban los domésticos, puesto que en la ciudad y en su casa se hallaban más seguras, que andando solas por el campo. No obstante, ellas trabajaban en el campo en compañía de sus familiares y de los demás vecinos, o en lugares cercanos a la ciudad donde vivían, que eran frecuentados por sus vecinos y conocidos. Tal es el caso de las mujeres que pastoreaban las ovejas de la familia.

   En Ex 2:16 también se ve que las hijas de Jethro, el suegro de Moisés, apacentaban las ovejas de su padre. En este caso especial, estas mujeres aunque no recibían agresiones graves, eran desplazadas por los otros pastores. Motivado por ese abuso fue que Moisés las defendió y llegó a envolverse con la familia de Jethro. También Rachel era pastora de las ovejas de Labán su padre.

 

Tenía el sacerdote de Madián siete hijas, las cuales vinieron a sacar agua, para llenar las pilas y dar de beber a las ovejas de su padre.”                          (Ex 2:16)

 

Estando aún él hablando con ellos Rachel vino con el ganado de su padre, porque ella era la pastora.”   (Gn 29:9)

 

   Otra tarea que a veces daban a las mujeres era la de guardar las viñas, como se ve en Cant 1:6.

 

No miréis en que soy morena, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, me hicieron guarda de viñas; y mi viña, que era mía, no guardé.” (Cnt 1:6)

 

   El acarrear el agua para el servicio de la casa, era otra labor de las mujeres, especialmente las solteras. El que haya visto beber a un caballo, comprenderá la labor que tuvo que hacer Rebeca para dar de beber a diez camellos. El cántaro que ella cargaba al hombro no parece haber sido pequeño, porque no se llena una pila (un tanque de piedra que hay cerca de los pozos) para que beban diez camellos, con buchitos de agua.

 

Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos.”                                                                                    (Gn 24:20)

 

   Parece que aquellas mujeres, dentro de ciertos límites, tenían un rudo trabajo. Acarrear el agua que se necesita en una casa, cántaro por cántaro,  no es tarea ligera. Claro que es más que probable que hubiera otras jóvenes en la casa que compartieran dicha tarea. Da la sensación, a juzgar por el versículo 43 que el trabajo de ir a buscar agua al pozo estaba reservado a las mujeres solteras; por lo menos en esa época o en esa región. En época de Cristo vemos que la samaritana iba a buscar agua.

 

He aquí yo estoy junto a la fuente de agua; sea, pues, que la doncella que saliere por agua, a la cual dijere: Dame a beber, te ruego, un poco de agua de tu cántaro                                                                                 (Gn 24:43)

 

   También había otras actividades propias de hombres que a veces hacían las mujeres, como se ve en el caso de la construcción de los muros de Jerusalem por Nehemías.

 

Junto a ellos restauró Sallum hijo de Lohes, príncipe de la mitad de la región de Jerusalem, él con sus hijas.”

                                               (Neh 3:12)

 

   En este caso se ve que no ya una mujer, sino toda una familia de ellas, estaban trabajando en la restauración de los muros de Jerusalem. Es indudable que una de dos, o estas mujeres ejercían como arquitectas, o trabajaban en la albañilería.

   En general, en cuanto a las actividades de las mujeres, no había reglas prohibitivas, eran ellas mismas las que, sabiendo que físicamente no podían competir, se apartaban. Sin embargo, las que se consideraban capaces de hacer algo lo hacían sin que nadie las molestase.

   En cuanto a las actividades sociales, se percibe que participaban tanto hombres como mujeres, como vemos en el siguiente pasaje de Job.

 

E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos.”                                                                          (Job 1:4)

 

   En general se puede decir que las mujeres tenían libertad, pero las circunstancias, la competencia, y la naturaleza misma de su sexo, las limitaban mucho. Incluso el mismo hecho de ser mujeres y salir en estado y criar los recién nacidos, las limitaba en el uso del tiempo y en la cantidad de esfuerzo que podían dedicar a otras labores para superarse política, social o económicamente. No quiere esto decir que ninguna lo hacía, lo que significa es que siempre había más impedimentos para las mujeres que para los hombres. Es bueno analizar estas cosas porque ello nos conduce a entender las costumbres, y el entenderlas nos ayuda a interpretar correctamente la Escritura.

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