La
visión de Pedro y la supuesta limpieza de todos los
animales
Lo primero que debemos tener en cuenta al leer este pasaje es que
esta visión está ocurriendo
aproximadamente once años después de que Pedro conociera a
Cristo por primera vez. Durante tres años y medio Jesús
estuvo inculcando en sus discípulos las doctrinas
correctas.
Luego, durante otros 8 años
aproximadamente, gracias al
Espíritu Santo, los
apóstoles reafirmaron lo aprendido de
Jesús, lo practicaron,
y enseñaron a otros esas
doctrinas.
Sería ilógico, y más
aún, absurdo, pensar que once años después de haber
comenzado su aprendizaje a los pies de Jesucristo, todavía los
apóstoles no supieran cuáles eran las doctrinas correctas.
Pues bien, sentado este
precedente, vamos a echarle una
profunda mirada a la estructura mental de San
Pedro. Vamos a ver qué
era lo que él creía sobre el comer carne de
puerco,
cangrejo,
etc..
Cuando en el versículo 13 la voz del Señor le
dijo:
Levántate Pedro,
mata y come, Pedro
replicó:
Señor,
no; porque ninguna cosa común e inmunda
he comido
jamás. Pedro no le respondió diciendo algo así
como:
Sí,
Señor, voy a hacerlo
inmediatamente, porque tú
me enseñaste cuando predicabas que ya se iba a poder comer de
todo. Tampoco le
respondió:
Sí, Señor, voy
a comer cualquier
cosa, porque después de tu partida el Espíritu Santo
nos reveló que ya se podían comer los animales que antes tú
prohibías comer.
Si Pedro no respondió así es porque los apóstoles
no habían recibido ninguna enseñanza ni revelación
enseñándoles que se podían comer de
todo.
Si en su estructura mental Pedro hubiera
tenido el conocimiento, o la idea, de que esos animales ya se podían
comer, él no hubiera osado responderle al Señor que esos animales
no se comían; simplemente se hubiera levantado para cumplir la orden
del Señor Jesucristo. Desde el momento que Pedro puso objeciones
al Señor es porque él nunca había aprendido ni de Cristo
ni del Espíritu Santo ni de los otros
apóstoles, que los animales prohibidos se podían comer
ahora. No es lógico
pensar que ahora, once años después, era que se les iba a
enseñar que "ya" se podía comer de todos los animales.
Por lo pronto no se puede negar que
hasta el momento de recibir esta
visión, San Pedro no había aprendido que se podían comer
los animales que antes Dios había prohibido. Veamos ahora si esta
visión le fue dada para que el cristiano cambiara su limpia dieta
por una dieta asquerosa, donde
podría comer arañas
peludas,
moscas,
gusanos, lagartijas,
serpientes,
camarones, puerco,
morcilla, carne
humana, etc..
Muchas personas estiman que esta visión de San Pedro fue dada
para indicarle a los cristianos que podían
comer cualquier animal. Razón hay para mal-interpretarlo así de primera
impresión; y yo
personalmente, al principio de
leer la Biblia, también
me lo creí por un tiempo.
Sin embargo, a poco que uno analice
el caso repara en el error.
Esta visión no fue dada para que el cristiano comiera de todo,
sino para que los judíos dejaran su escrúpulo
tradicional, en el sentido de que no se juntaban con los
gentiles. En muchos pasajes de la Escritura se dice o se trasluce
el que los judíos consideraban abominable el juntarse con un
gentil, como se ve Hch
10:28.
Eso de no juntarse con los gentiles no era un mandamiento de
Dios,
sino una costumbre que ellos habían
adoptado, una de sus farisaicas tradiciones.
Y les dijo: Vosotros
sabéis que es abominable a
un varón judío juntarse o llegarse a extranjero; mas me
ha mostrado Dios que a ningún
hombre llame común o
inmundo
(Hch 10:28)
Para cambiar esa actitud contra
los gentiles, en los
discípulos, es que el
Señor le dio a Pedro esta
visión. Analicemos. Desde
que comienza el capítulo a narrar el episodio de
Cornelio, (episodio que finaliza
con la introducción de los gentiles al
evangelio), se comienza a ligar la visión de Pedro con la venida
de los enviados de Cornelio; por
lo tanto, no es una visión
para el cambio de dieta de los
cristianos, sino para el mismo
asunto, su tradición de
juntarse con los gentiles. Así vemos cómo
liga el autor, en el versículo 9, la llegada de los emisarios a la
ciudad, con la subida de Pedro a la azotea para orar. Ya vimos en el
versículo 28 cómo
específicamente dice que
el propósito de la visión era el de hacerles ver a
los judíos que podían juntarse con los gentiles, lo cual nunca
estuvo prohibido, eran costumbres y tradiciones.
1
Y había un varón en Cesarea
llamado Cornelio, centurión
de la compañía que se llamaba la
Italiana, 2 pío y temeroso de Dios con toda su
casa, y que hacía muchas
limosnas al pueblo, y oraba a
Dios siempre. 3 Éste vio
en visión manifiestamente,
como a la hora nona del día,
que un ángel de Dios entraba a
él, y le
decía:
Cornelio. 4 Y
él, puestos en él los
ojos,
espantado,
dijo: ¿Qué
es,
Señor? Y le dijo: Tus oraciones
y tus limosnas han subido en memoria a la presencia de
Dios. 5 Envía pues ahora
hombres a
Joppe,
y haz venir a un Simón,
que tiene por sobrenombre Pedro.
6 Este posa en casa de un
Simón,
curtidor, que tiene su casa junto
a la mar; él te dirá
lo que te conviene hacer. 7 E
ido el ángel que hablaba con
Cornelio, llamó dos de
sus criados, y un devoto soldado
de los que le asistían; 8 a los cuales,
después de habérselo contado
todo, los envió a
Joppe.
9 Y al día siguiente, yendo ellos su camino, y llegando cerca
de la ciudad, Pedro
subió a la azotea a orar, cerca de la hora de
sexta.
(Hch 10:1-9)
Ya comenzada la visión de
Pedro, se ve en el versículo
12 que en aquel lienzo había de todos los
animales cuadrúpedos de
la tierra,
reptiles y aves del
cielo. Si fuéramos a pensar que esta visión se traía
para permitir comer cualquier cosa a los
cristianos, tendríamos que admitir que nada se
estatuyó, o nada se
modernizó
en cuanto a los animales
acuáticos, puesto que éstos no aparecen en el
lienzo. Si fuéramos a creer
que esta visión se hacía para cambiar la
dieta, sería cosa de
preguntarse: a) si no se puede
comer ningún animal
acuático, dado que no se
mencionaron como limpiados en la
visión;
b) si en estos permanece vigente
la prohibición de Dios; o
c) si aunque no se mencionaran
en la visión los íbamos a incluir entre los comestibles
de a porque
sí.
Me hace pensar todo esto,
que si la visión hubiera sido dada con el objeto de
modificarle la dieta a los cristianos, se hubiera
incluido en ella los animales acuáticos; no iban a pasárseles
por alto a quien daba la
visión. No
obstante, si lo de los animales
allí mostrados era sólo un simbolismo de los
gentiles, entonces podemos comprender
perfectamente la ausencia de los
acuáticos, pues no eran necesarios para el simbolismo
general.
10 Y aconteció que le vino una grande
hambre, y quiso comer; pero
mientras disponían, le
sobrevino un éxtasis; 11
y vio el cielo abierto, y que
descendía un vaso, como
un gran lienzo, que atado de los
cuatro cabos era bajado a la
tierra; 12
en el cual había de todos los
animales cuadrúpedos de la tierra, y reptiles, y aves del cielo.
13 Y le vino una voz:
Levántate,
Pedro, mata y come. 14
Entonces Pedro dijo:
Señor, no; porque ninguna cosa
común e inmunda he comido jamás. 15 Y volvió la
voz hacia él la segunda
vez: Lo que Dios
limpió, no lo llames tú
común. 16 Y esto fue hecho
por tres veces; y el vaso volvió
a ser recogido en el
cielo.
(Hch 10:10-16)
Al llegar al versículo 17 vemos de nuevo relacionadas estas
dos cosas:
la visión y la llegada
de los mensajeros gentiles, tal y como antes se hizo en el
versículo nueve.
En ningún momento, a lo largo
de estos capítulos, se relaciona la interpretación de esta
visión con un cambio de dieta, salvo en el curso de la propia
visión, cuando se le exhorta
a Pedro a que mate y coma.
En el versículo 17 vemos que
la visión, lejos de provocar
en Pedro la certidumbre de que se trataba simple y llanamente de un cambio
de dieta para el cristiano, provoca dudas; él no creía
que el significado manifiesto,
el de cambiar de dieta, fuera
el significado verdadero, porque
si no, no tenía por qué
dudar. Es en ese momento que llegan
a su puerta los gentiles, y como
para disipar las dudas que el apóstol sentía sobre el significado
de la visión, si era para
modificar la dieta o para juntarse con los
gentiles, el Espíritu Santo
le ordena que vaya con los gentiles sin dudar. Vemos de nuevo aquí
que la visión se vuelve a relacionar con la venida de los emisarios
gentiles de Cornelio.
En los versículos 19-20 se constata de nuevo la duda de Pedro
sobre el significado de la
visión, y ésta se
disipa con la orden divina de ir con los
gentiles. Evidentemente la visión no se trataba de
un cambio en la dieta, sino de un
cambio de la actitud tradicional que hacia los gentiles tenían
los judíos.
17 Y estando Pedro
dudando dentro de sí qué sería la visión
que había visto,
he aquí, los hombres que
habían sido enviados por Cornelio,
que, preguntando por la casa de
Simón, llegaron a la
puerta. 18 Y
llamando, preguntaron si un
Simón que tenía por sobrenombre
Pedro, posaba allí.
19 Y estando Pedro pensando en
la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres
te buscan. 20 Levántate, pues, y desciende, y no dudes ir con ellos,
porque yo los he enviado. 21 Entonces
Pedro, descendiendo a los hombres
que eran enviados por Cornelio, dijo: He
aquí, yo soy el que
buscáis,
¿cuál es la causa
por la que habéis
venido?
(Hch 10:17-21)
Al seguir la lectura hasta el versículo 28 vemos cómo
la interpretación
única que el apóstol da sobre su visión es
la de que Dios le había mostrado
que a ningún hombre (nada dice de los animales)
llame común o inmundo.
O sea, que todos los hombres
éramos iguales ante los ojos de
Dios.
Si hubiera habido interpretaciones
adicionales, hubieran sido mencionadas; pero no, la única
interpretación que San Pedro menciona es la relativa a los
gentiles. Lo relativo a los animales
y la dieta no se menciona en ningún
momento. Es decir, que lo
de común e
inmundo mencionado en la
visión en el versículo
15, no se refería a los
animales, sino a las
personas; en este caso a los
gentiles.
27 Y hablando con
él,
entró, y halló a
muchos que se habían
juntado. 28 Y les
dijo: Vosotros sabéis que
es abominable a un varón judío juntarse o llegarse a
extranjero;
mas me ha mostrado Dios que a ningún
hombre llame común o inmundo; 29 por lo
cual,
llamado, he venido sin dudar.
Así que pregunto:
¿por qué causa me
habéis hecho
venir?
(Hch 10: 27-29)
No es lógico pensar que el sacrificio de Jesucristo haya sido
adjudicado también a los
animales.
El sacrificio de Cristo no fue hecho para quitar la inmundicia
del cuerpo de las personas (que al fin y al cabo mueren); sino para
limpiar las inmundicias de sus almas. ¿Cómo pues vamos
a pensar que ese mismo sacrificio era para limpiar las inmundicias de los
cuerpos de los animales? Esto es más claro si nos recordamos
de lo dicho por Pablo en I Co
9:9-10 en el sentido de que Dios
no se preocupa de los bueyes.
¿Cómo pues vamos a
pensar que el sacrificio de Cristo libraba a los animales de su
inmundicia, como si esta se debiera
a los pecados del animal?
Si el sacrificio de Cristo libraba a los animales de su inmundicia,
es que ésta era una cuestión espiritual de
ellos, cosa absurda y por lo tanto
inaceptable. Luego
entonces,
¿cuál fue el cambio
que en los animales prohibidos se
realizó, que ahora sí
se pueden comer, y antes no se
podía?
Ninguno. ¿Vamos a creer
que a los animales le fueron limpiados sus
pecados? Y los animales limpios
que siguieron siendo limpios,
¿es que antes no tenían
pecados? ¿Se dan cuenta
de hasta que grado de absurdidad nos llevaría el creer que los animales
fueron limpiados con el sacrificio de
Cristo?
No es sensato pensar que el sacrificio de Jesús, además
de para la salvación de nuestra
alma, haya servido para quitarle a las arañas
peludas,
cucarachas, ratones,
anguilas,
lombrices, puercos,
cangrejos,
etc., la razón que motivó a Dios a prohibírselos
a sus siervos de todas las
épocas. Recordemos que
aún en época de
Noé, mucho antes de la ley
ritual, ya se clasificaban los
animales como limpios e
inmundos, como se ve en Gn 7:2
y 8; y en
8:20.
Si los animales inmundos se consideraban
prohibidos antes de la ley ritual, ni siquiera podemos pensar que esa
prohibición es parte de la ley ritual, para entonces considerarla
obsoleta junto con el resto de la ley ritual.
De
todo animal limpio te
tomarás de siete en siete,
macho y su hembra; mas
de los animales que no son
limpios, dos, macho y
su hembra. (Gn
7:2)
De
los animales limpios, y de los animales que no eran
limpios, y de las
aves, y de todo lo que anda arrastrando sobre la
tierra
(Gn 7:8)
Y edificó Noé un altar a Jehová y tomó
de todo animal limpio y de
toda ave limpia, y ofreció holocausto en el
altar.
(Gn 8:20)
Y si efectivamente,
admitiéramos que algún cambio se efectuó en los animales
luego del sacrificio de Nuestro
Señor,
tendríamos que pensar que la misma limpieza universal se
efectuó en los vegetales, cosa inadmisible, pues conocemos que
los hay venenosos.
Si seguimos la lectura hasta los versículos 34 y 35 veremos
ratificado en ellos el concepto de igualdad de todas las razas y
nacionalidades; concepto que sólo de la visión aquella había
salido. No había habido
otra fuente para tal
información; tampoco se
menciona otro significado para tal
visión. O sea, que con toda
honestidad podemos decir que,
al menos explicado por San Pedro,
no hay otro significado para la visión que el de advertir a los
judíos que podían dejar su escrúpulo tradicional de
no juntarse con los gentiles.
Recuerden que en toda la Biblia no existe un solo versículo sobre
no juntarse con los gentiles.
34 Entonces Pedro, abriendo
su boca,
dijo: Por verdad hallo que Dios
no hace acepción de personas;
35 sino que de cualquiera nación
que le teme y obra justicia, se
agrada.
(Hch 10:34-35)
Como colofón, los
versículo 44 y 45 nos narran cómo el Espíritu
Santo, haciendo bueno su dicho
a San Pedro, se derramó
sobre los gentiles. Se cierra
el capítulo sin que ninguna de las interpretaciones hechas sobre la
visión nos haga ver que ésta se refería también
a la limpieza de los animales.
Es verdad que si la tomamos al pie de la letra y sin hacer caso de
las interpretaciones del Apóstol Pedro y los
demás, sí habla
de comer todos los animales; pero
así tomada,
entonces no dice que se puedan comer
los animales acuáticos, ni habla de la igualdad de las razas.
Además, la autorizada
interpretación de la visión por el Espíritu Santo y
por San Pedro, nos dijo ya que
se refería a las personas y no a los
animales.
Terminado ya el Capítulo 10 del libro de los Hechos, al
pasar al 11 notamos la misma
tendencia, (Hch
11:1-19), en ningún momento
nadie interpreta la revelación como significando que se podían
comer los animales mostrados en ella; siempre todo giró sobre
la admisión de los
gentiles.
En 11:2-3 vemos que los cristianos de Jerusalem estaban opuestos a
que Pedro se hubiese juntado con los
gentiles.
Ellos no le echan en cara nada respecto
a la dieta; de eso no se habla. Si Pedro hubiera cambiado su dieta
por motivo de la visión, los de Jerusalem, también se lo
hubieran echado en cara, al igual que le echaron en cara el juntarse
con los gentiles. Por lo
tanto, es fácil deducir
que no hubo, por parte de los cristianos
de Jerusalem, conocimiento de un cambio de dieta para los creyentes.
Incluso vemos que Pedro, para
defenderse, esgrime de nuevo la
cuestión de los gentiles.
En ningún momento se menciona la cuestión de comer animales
prohibidos.
1 Y oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en
Judea, que también los
gentiles habían recibido la palabra de
Dios. 2
Y como Pedro subió a Jerusalem,
contendían contra él los que eran de la circuncisión,
3 diciendo: ¿Por qué has entrado a hombres incircuncisos,
y has comido con ellos? 4 Entonces comenzando
Pedro, les declaró por orden lo
pasado, diciendo...... 18
Entonces, oídas estas
cosas,
callaron, y glorificaron a
Dios,
diciendo:
De manera que también a los gentiles ha dado Dios
arrepentimiento para vida. 19 Y los que habían sido esparcidos
por causa de la tribulación que sobrevino en tiempo de
Esteban, anduvieron hasta
Fenicia, y
Cipro,
y
Antioquía,
no hablando a nadie la palabra, sino
sólo a los
judíos.
(Hch 11:1-19 abreviado)
Debemos recordar que en Mt
10:6 Jesús les dijo a sus
discípulos que primero le predicaran a los
judíos, tal vez por eso
les alerta ahora que ya pueden comenzar con los
gentiles.
Pudiera alguien objetar, o preguntarse, por qué razón,
si se intenta dar un mensaje concerniente a seres humanos, se usan animales
como símbolos, y no
personas. Eso no lo puedo yo
explicar, pero
es evidente que se usaron animales para simbolizar cosas
concernientes a personas, puesto
que se usaron animales para decir que los judíos podían juntarse
con los gentiles.
Pero ese no es un caso único en la
Escritura. En la visión
que José interpretó para los criados del
faraón, las uvas representaban
al criado del vino, y las cestas
representaban días. En
la que interpretó para Faraón las vacas significaban tiempo
y en las de Daniel 8:19-20 el
carnero y el chivo significan
personas.
En síntesis, la
visión de Hch 10 significaba que los judíos se podían
juntar con los gentiles; nada
tenía que ver con un cambio en la dieta de los
creyentes.