La
profecía de Daniel de las 70 semanas de años nos dice la
época en que vendría el Mesías
Una de las profecías que con más exactitud nos muestra
que Jesucristo es el Mesías, es la de las setenta semanas de
años. Esta profecía nos indica el tiempo que iba a transcurrir
desde que Artajerjes, rey de
Persia, dio a Nehemías
el permiso para la reconstrucción de
Jerusalem, hasta la venida del
Mesías. Eso es lo que vamos
a tratar en este artículo.
Como que la palabra semana actualmente se usa solamente
para nombrar un lapso de siete días, es imprescindible demostrar
primero que en los días de Moisés y los
profetas, la palabra también
se utilizaba para nombrar un lapso de siete
años.
Si vamos a leer Gn 29:27-28
veremos que en este pasaje se comprueba
que, desde tiempos
inmemoriales, uno de los
significados bíblicos de
la palabra
semana
era el de un período de siete
años. Aquí se relaciona
directamente, la palabra
semana con un período de siete años. Es importante
puntualizar esto, porque el
significado este de la palabra
semana
es la clave para la interpretación de la
profecía de las Setenta
Semanas.
Después que Jacob fue engañado por su suegro cuando
éste le dio por mujer a Lea en lugar de a
Rachel, Labán le propuso a su yerno que trabajara
otra semana, para
darle también a Rachel.
27
Cumple la semana de
ésta, y se te dará también la
otra, por el servicio que hicieres
conmigo otros siete
años.
28
E
hizo Jacob así, y
cumplió la semana de aquélla, y él
le dio a Rachel su hija por
mujer.
(Gn 29:27-28)
Como vimos en el pasaje
anterior, se le llama
semana a un lapso de siete
años. También en
Levítico 25:8 vemos que se le llama semana a un período
de siete años. Los que no han leído la Escritura ignoran
que en ella se habla también de
semanas de
años. En el siguiente
versículo vemos claramente que en ocasiones se llamaban
semanas a períodos de siete
años.
Y te has de contar siete
semanas de años, siete veces siete años; de modo
que los días de las siete
semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve
años.
(Lev
25:8)
Vemos de nuevo en el recién leído
versículo, que la palabra
semana
se usaba también para indicar un período de siete
años. Sabido ya el antiguo uso de la palabra
semana
para indicar un período de siete
años, vamos a leer la profecía contenida en el libro del profeta
Daniel, capítulo
nueve.
Al comenzar el capítulo vemos que Daniel está en busca
de la voluntad de Dios, por lo
cual oraba. De eso nos enteramos al leer el capítulo
nueve, desde el versículo
uno hasta el veintitrés,
en el cual nos dice que se le apareció un ángel que le hizo
la siguiente revelación.
Analicen concienzudamente esta
revelación, para que vean
que solamente concuerda con
Jesucristo.
24
Setenta
semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa
ciudad, para acabar la
prevaricación, y concluir
el pecado, y
expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos,
y sellar la visión y la
profecía, y ungir al Santo de los
santos.
25
Sepas
pues y entiendas, que desde la
salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalem hasta el
Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta
y dos semanas. Se tornará a edificar la plaza y el muro en
tiempos angustiosos.
26
Y después de
las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, y no por sí;
y el pueblo de un príncipe que ha de
venir, destruirá la
ciudad y el santuario. Con inundación será el fin de
ella, y hasta el fin de la guerra
será talada con
asolamientos.
27
Y
en otra semana confirmará
el pacto a muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y
la ofrenda;
después, con la muchedumbre
de las abominaciones será el
desolar, y esto hasta una entera
consumación; y se
derramará la ya determinada sobre el pueblo
asolado.
(Dn 9:24-27)
De este importantísimo pasaje de la profecía de Daniel
sacamos en conclusión que Dios le estaba revelando al
profeta, que el pueblo judío pasaría por tres períodos
distintos.
El primer período era de siete semanas, o
sea, 49
años, durante el cual se tornaría a edificar la plaza y el
muro en tiempos angustiosos. Esto
ocurrió en época de
Nehemías; basta leer este libro para
comprobarlo.
El segundo período era de sesenta y dos semanas, o
sea, 434
años, que sumado con el primer período formaban 483 años
(49+434=483). Después de
esos 483 años vendría el Mesías como dice el versículo
25, y después de su venida
se le quitaría la vida,
como dice el versículo 26,
en forma clarísima, y luego
de eso la ciudad de Jerusalem y su Templo
serían
destruidos.
De la lectura de esta profecía de Daniel sacamos en consecuencia
que:
a) Dios tenía determinado un período de 70 semanas
de años para el pueblo de
Israel.
b) El Mesías llegaría (69 semanas) 483 años
después de que se diera la orden de restaurar a
Jerusalem.
c) Al Mesías lo matarían después de los
483 años posteriores a la orden de restaurar a
Jerusalem.
d) Después de que se le quitara la vida al
Mesías, la ciudad de Jerusalem
y el Templo, serían
destruidos, como ocurrió
con Tito Flavio, hijo del emperador
Vespasiano.
e) Luego de estos
dos períodos que suman 69 semanas de
años, todavía
quedaría un futuro
tercer período de una
semana de años, en el que Israel volvería a ser parte de la
profecía de Dios.
Esos son los siete años finales de la historia del
mundo. Los primeros tres años y seis meses de ese período
final de siete años, se
distinguirán por la aparición de lo que la profecía
del Apocalipsis, (en el Nuevo
Testamento), denomina
los dos
testigos. Éstos son
dos profetas de Dios que harán
maravillas, al igual que en los
tiempos antiguos hacía
Elías. Luego de estos primeros
tres años y medio,
surgirá el antiCristo,
durante los cuarenta y dos meses restantes (tres años y
medio). Este personaje matará
a los dos testigos de Dios, y
hará creer que él es el
mesías, para luego exigir
que lo adoren, diciendo que él
es dios, y exigirá que
se marquen con el número
666, lo cual muchos
aceptarán.
¿Cuándo comienzan a contarse los 483 años?
Sabido ya en resumen qué es lo que la profecía de Daniel
dice, vamos a demostrar ahora
cómo esta profecía del Mesías se cumple en
Jesucristo. Para saber cuándo
se cumplen los 483 años,
tenemos primero que saber cuando comienza ese
período.
Según la propia profecía de
Daniel,
desde la salida de la palabra
para restaurar y edificar a
Jerusalem hasta el Mesías
Príncipe, habría
siete semanas, y sesenta y dos
semanas, que hacen un total de
69 semanas de años. Por
lo tanto, vayamos a enterarnos
en la misma Escritura, cuándo
fue dada esa orden.
Este pasaje de Neh 2:1-6 es uno de los más importantes en
las profecías sobre el Mesías. En la fecha dada en él
se basa el comienzo del cómputo de la profecía de las setenta
semanas de años que se hace en Dn
9:24-27.
Ambos pasajes unidos son un magnífico argumento para probar a los
judíos que Cristo es el Mesías en su Primera
Venida; y a los
ateos, que la Biblia es un libro
de Dios.
Veamos.
Al comenzar este capítulo dos de
Nehemías, vemos que este
personaje se halla en el año 20 del reinado de
Artajerjes, rey de
Persia. En ese momento aún Jerusalem estaba destruida a consecuencia
del sitio que a ella puso Nabucodonosor en época de Sedequías
rey de Judá. Esto lo sabemos
por lo dicho en Neh 1:3 y lo
pormenorizado por Nehemías al rey Artajerjes en
2:3-5. En estos versículos se evidencia
que:
a) la gente que vivía en Jerusalem estaba en gran mal
y afrenta, debido a que
los muros de la
ciudad estaban
derribados y sus puertas quemadas;
b) la ciudad estaba desierta, es decir poca gente habitaba en ella,
esto se confirma en Neh
11:1-2 donde vemos una
especie de leva compulsoria para reclutar habitantes para
Jerusalem;
c) Nehemías pide al rey
directamente, que lo envíe
a reedificar a Jerusalem, lo cual es señal
cierta de que aún no estaba
reedificada.
Además, comprobamos
allí,
que en ese momento se estaba
dando a Nehemías, por parte del rey Artajerjes, la orden de reedificarla
así
como la autoridad y los medios para hacerlo.
Por todo lo anteriormente
dicho, no cabe la más
mínima duda de que la
salida de la palabra para restaurar y reedificar a Jerusalem tuvo
lugar el año 20 del rey Artajerjes de Persia.
1
Palabras de
Nehemías, hijo de
Hachalías. Y acaeció
en el mes de
Chisleu, en el año veinte, estando
yo en
Susán,
capital del reino,
2
que
vino
Hanani,
uno de mis hermanos, él
y ciertos varones de Judá,
y les pregunté por los judíos que habían
escapado, que habían quedado de la
cautividad, y por Jerusalem.
3
Y me dijeron:
El residuo, los que quedaron de la
cautividad allí en la provincia, están en gran mal y afrenta,
y el muro de Jerusalem derribado, y sus puertas quemadas a
fuego.
(Neh 1:1-3)
El pasaje recién leído nos demuestra que en el año
20 del rey Artajerjes, todavía
Jerusalem estaba destruida, sin
muros ni puertas para defenderse.
Veamos ahora cómo fue en este año 20 de
Artajerjes, que éste da
la orden de restaurar a
Jerusalem.
1
Y
fue en el mes de Nisán,
en el año veinte del
rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de
él, tomé el
vino, y dilo al
rey. Y como yo no había estado antes triste en su
presencia,
2
díjome el
rey: ¿Por qué
está triste tu rostro,
pues no estás enfermo?
No es esto sino quebranto de
corazón. Entonces temí
en gran manera.
3
Y
dije al rey: El rey viva para
siempre.
¿Cómo no estará
triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres,
está desierta, y sus puertas consumidas del fuego?
4
Y me dijo el rey:
¿Qué cosa
pides? Entonces oré al
Dios de los Cielos,
5
y dije al rey: Si al
rey place, y si agrada tu siervo
delante de ti,
que me envíes a Judá, a la ciudad de los sepulcros
de mis padres, y la reedificaré.
6
Entonces el
rey me dijo, (y la reina estaba
sentada junto a él):
¿Hasta cuándo será
tu viaje, y cuándo
volverás?
Y plugo al rey enviarme, después
que yo le señalé
tiempo.
(Neh 2:1-6)
Pero no solamente el rey Artajerjes da la
orden, sino que también
da autoridad a Nehemías, soldados y recursos para llevar a cabo la
obra, como podemos leer en el
libro de Nehemías.
7
Además
dije al rey: Si al rey
place, dénseme cartas para
los gobernadores de la otra parte del
río, que me franqueen el paso hasta que llegue a
Judá;
8
y
carta para Asaf, guarda del bosque del rey, a fin
que me dé madera para enmaderar los portales del palacio de la casa,
y para el muro de la ciudad, y la casa donde entraré. Y me lo otorgó
el
rey, según la benéfica mano de Dios sobre
mí.
9
Y vine luego
a los gobernadores de la otra parte del
río, y les di las cartas del
rey.
Y el rey envió conmigo capitanes
del ejército y gente de a
caballo.
(Neh 2:7-9)
Como hemos visto, la orden
para la restauración de Jerusalem fue dada el año 20 del rey
Artajerjes. Por otra parte Dn
9:25-26 dice claramente que
desde la salida de la palabra para
restaurar a Jerusalem hasta el Mesías, transcurrirían dos
períodos, uno de 7 semanas
y otro de 62 semanas, o
sea, 69 semanas de
años, lo cual representaba
483 años.
25
Sepas pues y entiendas,
que desde la salida de la palabra
para restaurar y edificar a Jerusalem hasta el Mesías
Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas;
se tornará a edificar la plaza y el muro en tiempos
angustiosos.
26
Y
después de las sesenta y dos semanas se quitará la
vida al Mesías, y no por
sí; y el pueblo de un príncipe que
ha de venir, destruirá
a la ciudad y el santuario; con
inundación será el fin de
ella, y hasta el fin de la guerra será talada con
asolamientos.
(Dn 9:25-26)
Si ahora vamos a la Enciclopedia británica,
XV Edición
1977,
Micropaedia,
volumen I, página
549, veremos que el rey Artajerjes
I que aquí se menciona como dando la
palabra para restaurar y
edificar a Jerusalem,
reinó desde el año 465 al 425
a.C. Si este monarca
comenzó a reinar en el año 465
a.C., el año
veinte de su reinado sería el 445
a.C.
Ya sabemos que la
cronología, tanto la
bíblica como la
histórica, no es muy
exacta, pero aún así
podemos basarnos en ella para encontrar la
verdad.
Pues bien, si desde el
año 20 de Artajerjes (445
a.C.) hasta el
Mesías, iban a transcurrir
483 años, hagamos los
cálculos y veremos que venimos
a caer en el año 38 después de Cristo. Es decir que aún
con la inexactitud de la
cronología, el cómputo nos hace llegar a la época de
Jesucristo.
Pudiera algún aferrado alegar que el cómputo cae en
el año 38 y no en el 33, cuando Cristo fue
crucificado; ni en el año
cero, cuando nació
Jesús. Pero eso es irrelevante
por dos razones:
a) porque por ser inexacta la
cronología, esos 5 años no son gran
diferencia; incluso la cronología
actual tiene 4 años
de error y,
b) en toda aquella época no surgió otro ser de estatura
mesiánica, aparte de Jesucristo.
Es decir, que nuestro problema no es tratar de ver a cual de tres o cuatro
personajes contemporáneos unos de otros en aquella
época, le sienta mejor
la cronología
profética. Si hubiera habido
otro
mesías
con la estatura religiosa de
Cristo, pudiera haber
dudas; pero
no, él fue el único en todo aquel
período. Es lógico
pues que el plazo se cumplía en él
aunque a esta distancia en el
tiempo, exista una pequeña
inexactitud en el cómputo.
Es decir, que los creyentes en
las Escrituras Hebreas tienen dos
alternativas:
a) o Cristo es el Mesías
en su Primera Venida, o
b) el profeta Daniel falló
miserablemente en su
predicción, cosa que un
creyente consideraría
blasfema.
Una vez visto todo esto, podemos decir que cualquier ateo honesto
que quiera razonar sobre el asunto, que tenga interés en investigar
la verdad, tiene que darse cuenta
de que ahí tiene una prueba
del origen divino de la Biblia. Los dos pasajes que prueban que Jesús
cumple la profecía hecha sobre el
Mesías, pertenecen al Antiguo
Testamento, o sea, pertenecen
a lo que los judíos admiten y
administran.
No puede existir en un ateo la sospecha
de que esos dos pasajes fueron arreglados para que concordaran
con Jesucristo, puesto
que:
1) los judíos
ortodoxos no
arreglan
la Escritura; y
2) porque aún en el caso de
arreglarla,
jamás la arreglarían para demostrar que Jesucristo es el
Mesías.
Por lo tanto, si las pruebas
de que el advenimiento de Cristo estaba profetizado con
exactitud, descansan en pasajes
que no pueden haber sido
arreglados, es justo pensar que la profecía esa se
cumplió. Y
si a 483 años vista se profetiza un evento singular, y más
bien único, hay que llegar a la conclusión de que el libro
que lo contiene no es, y no puede ser, de inspiración humana.
Si un ateo desea más pruebas de que la Biblia es el Libro de
Dios, puede leer mi libro
Las Cuatro Últimas
Potencias Mundiales que
se halla en mi website
www.bibleserralta.com. En él se demuestra con pruebas ajenas a la
Biblia, que la profecía
del capítulo 7 del libro bíblico de Daniel Profeta se está
cumpliendo actualmente. En esa
profecía, hecha hace casi
3,000 años se dice que
las últimas cuatro potencias del mundo serían
Inglaterra,
Rusia, China y la Unión
Europea.
Volvamos al tema. Recuérdese que lo de Artajerjes fue
un permiso oficial respaldado por fuerzas del ejército (Neh
2:9),
para reedificar a Jerusalem, y no
para reedificar el Templo, que ya había sido mandado a reedificar
por Ciro mucho antes (Esd
1:1-4).
Además, fue Artajerjes el
que, además de permiso
y tropas, dio materiales de
construcción para reedificar la ciudad y la muralla como ya vimos
en Neh
2:8-9.
Como para confirmarnos el doble uso de la palabra
semana,
vemos que un poquito más adelante en el mismo libro de
Daniel, éste aclara que
las otras semanas de las que allí él habla, son semanas de
días. Tal vez, sabiendo
que antes había hablado de semanas de
años, se cree obligado aquí a aclarar que son semanas de
días, para evitar
confusiones.
Veamos.
No comí pan
delicado, ni entró carne
ni vino en mi boca, ni me unté
con ungüento, hasta que se
cumplieron tres semanas de
días.
(Dn 10:3)
Además de todos estos obvios datos y razonamientos que
nos demuestran que era costumbre hablar de semanas de
años, podemos darnos cuenta
de que cualquier judío que crea en el Antiguo Testamento como palabra
de Dios, tiene que concluir que
si en la profecía de las 70 semanas se refiriera a semanas de
días, entonces la
profecía no se hubiera
cumplido. Digo
esto, porque año y pico
(setenta semanas) después de comenzada la reedificación de
Jerusalem no la volvieron a
destruir. Como que cualquier creyente
verdadero sabe que las profecías de Dios no
fallan, es necesario aceptar que
se tiene que estar refiriendo a semanas de
años.
Efectivamente, más de 483
años después de su reconstrucción fue destruida la ciudad
y el santuario; prueba de que
se trataba de semanas de
años.
Vamos a situarnos mentalmente en aquel período de la historia
hebrea que se vivió 483 años después del día
en que fue dada la orden de reedificar y restaurar a
Jerusalem. Durante todo ese
período no se levantó otro ser de estatura mesiánica
aparte de Jesucristo.
Nadie puede mostrar un profeta, un
sumo sacerdote, un caudillo, ni ningún otro personaje que cumpla
la profecía de las setenta
semanas, como la cumplió
Jesús.
¿Por qué pues no aceptar
a Cristo como Mesías?
¿Por lo que puedan decir
o pensar tus amigos? Lo malo es
lo que pueda pensar Dios cuando te presentes ante Él y te pregunte
que por qué no creíste a Su
palabra, y por qué amaste
más la aprobación de tus
amigos, que la aprobación
de tu Padre Dios.
Resumen: La profecía de las setenta semanas de
años, en el libro de
Daniel, capítulo
9, nos muestra certeramente cuándo había de venir
el Mesías. Los dos pasajes
de Gn 29:27-28 y Lv
25:8 nos muestran cómo en la época bíblica
la palabra semana se usaba también para indicar un lapso de siete
años.
Luego, en Dn
9:24-27 vemos cómo el profeta Daniel anunció que
el Mesías vendría 69 semanas de
años, o sea, 483 años
después que saliera la orden de restaurar a
Jerusalem. Luego de este lapso
matarían al Mesías,
y luego el Templo sería
destruido, y también la
ciudad de Jerusalem. Sin
embargo, quedaba una semana de
años para el futuro, en
la que Dios volvería a manifestarse a
Israel. De los 7 años de la última
semana, los primeros 3½
años Dios se manifestaría por medio de los dos testigos que
describe en el Nuevo Testamento en el libro
Apocalipsis. Uno de esos dos profetas
pudiera ser Elías. No hay que olvidar que según el profeta
Malaquías, al final de
los tiempos volvería
Elías. Durante la segunda
mitad de esa semana (3½ años) reinará el
antiCristo, que impondrá
su número 666, y que será
aceptado por muchos y rechazado por
otros,
Vimos después
en Neh 2:1-6 que el rey
Artajerjes, en el año 20
de su reinado, dio la orden de
restaurar a Jerusalem y le dio a Nehemías la autoridad y los medios
para hacerlo. Sabiendo que según
la Enciclopedia el año 20 de este rey es aproximadamente el año
445 antes de Cristo, es fácil
darnos cuenta de que 483 años después viene a caer en el año
38 de nuestra era
cristiana.
El único ser de estatura mesiánica que se levantó durante
ese lapso, fue Jesucristo.
Hay que tener ganas de no creer,
para no aceptar esta
prueba.