TEOMORFISMO:
¿SE PARECE EL HUMANO A DIOS?
Son muchos los que acusan a los cristianos de concebir a Dios con
forma humana, prejuiciados por el
antropomorfismo, es decir, por la
tendencia a asemejar a Dios a la figura
humana. O sea, que según
ellos, nosotros concebimos a Dios
en forma humana, reflejando nuestra
propia figura. Pero es el
caso, que en realidad lo que la
Biblia nos enseña no es
antropomorfismo, sino
teomorfismo, pues asemeja al humano
con Dios. No es que el humano
ha querido concebir a Dios con forma
humana, sino que Dios nos ha querido
hacer con figura divina.
No es cierto, como dicen, que
el humano tienda a concebir a sus dioses en forma
humana. Incluso son muchísimos los casos en que los hombres
han concebido a sus dioses de las formas menos antropomórficas
imaginables. Basta ver los dioses
y diosas de los egipcios, de los
filisteos, de los
griegos, de los
hindúes, de los
chinos,
etc..
Incluso muchos de ellos, cuando
los concebían con forma
humana, era una figura
grotesca, como los
aztecas, los mayas y los dioses de las tribus de la
Polinesia. También los
concebían con formas de
animales, en forma del
fuego, en forma de
volcán, el
sol, la luna, las
estrellas,
etc..
En este pasaje que más abajo muestro vemos claramente que fue
Dios el que nos concibió igual a su
figura. Al hablar Dios en este
pasaje parece estarse refiriendo a dos cosas
diferentes:
a) "a nuestra imagen", (aspecto
exterior ) es
decir, a la figura que ya tenían
Dios,
Cristo, el Espíritu Santo
y las demás criaturas,
celestiales; y
b) "conforme a nuestra semejanza", (con las mismas cualidades
mentales y espirituales) es decir que podemos pensar y desear lo que
queramos, porque nos hizo con
libre albedrío. Por
cierto, que en el versículo
siguiente (27) se ve que esa semejanza atañía tanto al hombre
como a la mujer.
26 Y
dijo Dios:
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza; y señoree en los peces de la
mar, y en las aves de los
cielos, y en las
bestias, y en toda la
Tierra, y en todo animal que anda
arrastrando sobre la tierra.
27 Y crió Dios al hombre
a su imagen, a imagen de Dios lo crió; varón y
hembra los
crió.
(Gn
1:26-27)
Si cuando Dios dijo
hagamos el hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra
semejanza
, se
hubiera referido solamente a lo espiritual y no al aspecto exterior de la
criatura, no hubiera usado la
palabra
imagen.
En Juan 14:7-9 se ve que después de haber Cristo
dicho, refiriéndose al
Padre,
y le habéis
visto,
el apóstol Felipe,
refiriéndose al aspecto exterior
de Dios, le pidió a Cristo
muéstranos
el Padre
. O sea, se
nota que se estaba hablando del aspecto
exterior, porque los dos verbos
usados (ver y
mostrar) denotan algo que
se percibe con la vista, no con el
espíritu; no habla del aspecto
espiritual, sino del aspecto
exterior. Es en ese contexto que
Jesús le replica a Felipe que
El que me ha
visto ha
visto al
Padre. Si Cristo se
hubiera estado refiriendo a lo
espiritual, hubiera usado solamente
el verbo
conocer
o alguno parecido. No hubiera
usado el verbo
ver, porque los ojos no ven las características
espirituales. Sin
embargo, Jesús usa ambos
verbos,
conocer y
ver. No cabe duda de que
Dios tiene el mismo aspecto general que tuvo Cristo cuando estuvo en la
Tierra.
7 Si
me conocieseis, también
a mi Padre conocierais; y desde
ahora le conocéis, y le
habéis visto.
8 Dícele Felipe:
Señor,
muéstranos el
Padre, y nos basta.
9 Jesús le dice:
¿Tanto tiempo ha que estoy
con vosotros, y no me has
conocido,
Felipe? El que me ha
visto, ha
visto al
Padre;
¿cómo,
pues, dices tú:
Muéstranos el
Padre?
(Jn
14:7-9)
Además de estos
razonamientos, tenemos que tener
en cuenta también que en muchas
visiones se ha visto a Dios, aunque no se haya visto su rostro, como
en los casos de Moisés,
Miqueas hijo de Imla,
Isaías,
Daniel, Ezequiel y Juan
Evangelista.
Moisés, en Ex
33:20-23,
nos da una clara lección del aspecto de
Dios. Hablando Dios con Moisés
le dice
no
podrás ver Mi rostro, porque no me verá hombre y
vivirá.. De esta
afirmación de Dios se puede colegir sin violentar el
raciocinio, que Dios tiene un
rostro, también nosotros lo
tenemos.
Más adelante en el mismo pasaje dice Dios
te
cubriré con mi
mano
, lo
cual nos indica que Dios tiene
manos; como también nosotros las
tenemos. Ya al final del pasaje
dice Dios
verás
mis espaldas, más no se verá
mi
rostro., con
lo cual nos añade que Dios
tiene espalda, al igual que Él la creó en el ser
humano; y no sólo
eso, sino que repite que tiene
rostro.
Si esa es la descripción que
de Sí mismo da Dios,
¿qué más
necesitamos para saber que Dios
no es un ser informe como
lo imaginan los que quieren filosofar sobre el
tema, sino que nosotros tenemos
una forma externa semejante a la que Él
tiene?
20
Dijo más: No
podrás ver mi
rostro, porque no me verá
hombre, y
vivirá.
21 Y dijo aún
Jehová: He aquí
lugar junto a mí, y tú
estarás sobre la
peña,
22 y será
que, cuando pasare mi
gloria, yo te pondré en
una hendidura de la peña, y te cubriré con
mi mano hasta que haya
pasado.
23 Después apartaré mi
mano, y verás mis
espaldas; mas no se verá
mi
rostro.
(Ex 33:20-23)
En el caso del profeta Miqueas hijo de Imla (diferente del Miqueas
autor del libro del mismo nombre) vemos que también este profeta vio
a Dios sentado en Su trono
(I R 22:19 y II Cr
18:18), es
decir, adoptando una posición
corporal semejante a la que Él nos dio a los
humanos. Incluso en ese mismo pasaje habla de su
diestra y su siniestra, o sea de su mano derecha y su mano
izquierda.
Entonces él dijo:
Oye pues palabra de Jehová:
Yo vi a Jehová sentado en su
trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto a
él, a
su diestra y a su
siniestra. (I R
22:19)
Entonces él dijo:
Oíd pues palabra de
Jehová: Yo he visto a
Jehová sentado en su trono,
y todo el ejército de los cielos estaba a su mano
derecha y a su
izquierda.
(II Cr 18:18)
En cuanto a Isaías, vemos en 6:1 que también
él, al igual que
Miqueas, vio a Dios
sentado en Su
trono.
En Ezequiel 1:26-28 leemos que
este profeta vio
una
semejanza que parecía de
hombre,
sentado
sobre el trono. O
sea, que nos declara que el ser que él identifica como
Dios, tenía semejanza de
un ser humano. Después
vemos que en el 27 nos describe cómo lucía
de sus
lomos para
arriba
y
desde sus
lomos para
abajo
,
citándonos de nuevo partes similares a las del cuerpo
humano, en este caso los
lomos.
En el año que murió el rey Uzzías
vi yo al Señor sentado
sobre un trono alto y sublime,
y sus faldas henchían el
Templo
(Isa 6:1)
26 Y
sobre la expansión que había sobre sus
cabezas, veíase la figura
de un trono y que parecía de piedra de
zafiro; y
sobre la figura del trono había
una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él.
27 Y vi apariencia como de
ámbar, como apariencia de fuego dentro de ella en
contorno, por el aspecto
de sus lomos para arriba; y
desde sus lomos para abajo, vi que parecía como
fuego, y que tenía resplandor
alrededor.
28 Cual parece el arco del cielo que está en las nubes el día
que llueve, así era el
parecer del resplandor alrededor.
Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de
Jehová. Y luego que yo
la hube visto, caí sobre
mi rostro, y oí voz de
uno que
hablaba.
(Ezq 1:26-28)
También Daniel, en su visión de 7:9 nos describe
a Dios diciendo que
un
Anciano de grande edad se
sentó
,
comparándolo así,
tanto en su forma como en su
acción, a lo que luce y
hace un ser humano. Más
adelante en el mismo versículo el
profeta, describiendo a Dios en la forma en que él lo veía
menciona Su cabeza y Su pelo.
Estuve mirando hasta que fueron puestas
sillas, y un Anciano
de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como la
nieve, y
el pelo de su cabeza como lana
limpia; su silla llama de
fuego, sus ruedas fuego
ardiente. (Dn
7:9)
En Ap 4:2-3 Juan describe la visión que de Dios
tuvo, en la misma forma que los
profetas anteriores: menciona
un trono, dice que había
uno sentado, luego dice
y el que estaba
sentado
, con lo cual
nos damos cuenta de que no está viendo una nube o algo
informe, sino alguien semejante
a un ser humano.
2 Y
luego yo fui en espíritu,
y he aquí, un trono que
estaba puesto en el Cielo, y sobre
el trono estaba uno sentado.
3 Y el que estaba sentado,
era al parecer semejante a una piedra de jaspe y de
sardio, y un arco celeste había alrededor del
trono, semejante en el aspecto
a la
esmeralda.
( Ap
4:2-3)
Si todos ellos vieron a Dios con el mismo aspecto que tiene cualquier
ser humano, es porque así mismo es Dios. Hay quienes arguyen que
Dios no puede tener forma, porque
uno de los mandamientos es que no se hagan imágenes de
Dios. Eso no es un argumento
válido, porque
tampoco Cristo quiere que hagan imágenes de él y sin
embargo, eso no quiere decir que Cristo no tuvo forma.
Igualmente, el hecho de que Dios
no quiere que se le hagan imágenes no implica que Él no
tiene
forma.
Otros basan su obstinación en decir que Dios es
espíritu, y que el
espíritu no tiene forma.
¿En qué lugar de la
Biblia ellos se basan para decir que un espíritu no tiene
forma? Los ángeles son
espíritu y tienen la misma forma que los
humanos. En Job 4:16 se menciona
un espíritu diciendo que tiene
rostro. O sea, que se asemeja
a un ser humano.
No hay un solo versículo en toda la Biblia que diga
que Dios no tiene forma, pero sí hay muchísimos que lo
describen con la misma forma en que Él nos hizo a
nosotros. Es lógico que así
sea, para que cuando nos encontremos con
Él, no nos espantemos de su
aspecto, por cuanto ya estamos acostumbrados a ver seres de esa
forma.