Utilidad
para la Iglesia, la sociedad y la nación de la presencia y la oración de los
santos
La presencia de los pro-Dios
desvía los castigos. El mejor testimonio
que se halla a nuestro alcance para probarnos que la presencia de los que aman
a Dios desvía los castigos del conglomerado donde éstos se hallan, la tenemos en el caso de
Sodoma, Gomorra, Adma y Seboim. Aunque en este caso el
castigo no fue desviado, es el
mismo Señor Dios el que nos dice que si hubiera habido diez justos en aquel
lugar, Él lo perdonaría por amor de esos diez.
Se evidencia en este pasaje, que la presencia en una sociedad, de personas que aman a Dios, pospone, desvía o detiene los castigos por ésta merecidos. Si los inconversos supieran tal cosa, no
despreciarían a los cristianos que viven en sus ciudades.
Dios estaba dispuesto a detener
el merecidísimo castigo de aquella región sodomita si en ella se hubieran
encontrado viviendo cincuenta justos (26);
y aún si sólo hubiera diez (32). Es
increíble que en aquella región la corrupción fuera tan general que no hubiera
diez personas por amor de las cuales Dios perdonara la región.
“Entonces respondió Jehová: Si
hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo
este lugar por amor de ellos”
(Gn
18:26)
“Y volvió a decir: No se enoje
ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: Quizá se hallarán
allí diez. No la destruiré, respondió, por amor de
los diez.” (Gn 18:32)
Después, en el capítulo 19 vemos que no ya
diez, ¡no había ni cuatro! De
las cuatro personas que fueron salvadas de la destrucción, sacándolas de la ciudad,
una fue destruida por desobediencia, que fue la esposa que miró atrás
(26), y dos estaban tan infectadas por la corrupción general que
emborracharon a su padre para cometer un incesto (19:31-38). Efectivamente, ¡¡no
había ni diez!!
Si los que se oponen a que se enseñe
cristianismo en las escuelas y lugares públicos de nuestra sociedad fueran
más inteligentes, no se opondrían. Cada
vez que ellos terminan su destructiva tarea de descristianizar una
nación, la sociedad pervertida se los come a ellos. La historia es testigo.
Las oraciones de los cristianos preservan la nación en que viven.
Las oraciones intercesoras de los pro-Dios,
a favor de otros hermanos ayudan a la preservación de los que son objeto de esa
oración. Un caso patente es el de
Abraham y Lot. Veamos.
Por misericordia con Abraham Dios libró a Lot, como
vemos en Gn 19:29. De lo que se dice en este versículo parece poderse
colegir que por tener misericordia de Abraham fue que Dios libró a Lot, aparte de que Lot tampoco participaba de aquella abominación y más aún, la repudiaba.
“Así fue que, cuando destruyó
Dios las ciudades de la llanura, se acordó de Abraham, y envió fuera
a Lot de en medio de la destrucción al asolar las ciudades donde Lot estaba.” (Gn 19:29)